Separarse no siempre implica distancia emocional. A veces, aunque la pareja haya terminado, la agresividad, la tensión o el maltrato continúan. Y cuando hay un/a hijo/a en común, la situación se vuelve aún más delicada.
Muchos padres y madres nos consultan en la clínica con una pregunta clara:
"¿Qué puedo hacer si ya no quiero tener contacto con mi ex, pero compartimos la crianza de nuestro hijo/a?"
Aquí compartimos algunas claves para acompañar esta situación desde un lugar saludable, sin renunciar al vínculo con tu hijo/a ni exponerte al daño emocional.
1. Proteger tu espacio emocional es una necesidad, no un lujo
Si el trato con tu ex es agresivo, hiriente o descalificador, es legítimo que quieras poner distancia. No estás obligado/a a mantener una relación cercana si eso implica malestar o sufrimiento.
Poner límites no es egoísmo: es una forma de cuidado.
Pregúntate: ¿Qué tipo de trato puedo sostener sin perder mi equilibrio? ¿Dónde termina la necesidad de diálogo y empieza el desgaste innecesario?
2. Comunicación mínima, clara y funcional
Cuando hay un/a hijo/a en común, es posible establecer una comunicación estrictamente centrada en su bienestar. Algunos consejos útiles:
- Utiliza medios escritos (email, WhatsApp, apps de coparentalidad) que permitan dejar registro y bajar la tensión.
- Mantén un tono neutro y concreto, evitando ironías, juicios o explicaciones innecesarias.
- Acota los intercambios a lo estrictamente necesario: salud, escuela, horarios, decisiones importantes.
Recuerda: menos es más cuando el contacto te desgasta.
3. Cuidar el espacio frente a tu hijo/a
Aunque tú no te burles ni tengas mala intención, es posible que tu ex sienta que la estás ridiculizando o desacreditando. Y cuando eso ocurre frente a un/a hijo/a, el conflicto se amplifica.
Intentá que tu hijo/a no quede atrapado/a entre los dos.
Evita hacer comentarios, gestos o críticas, aunque sientas bronca o impotencia. Tus emociones merecen un espacio, pero no deben ser descargadas en su presencia.
4. Buscar respaldo legal si hay agresión
Si la agresividad pasa ciertos límites (gritos, insultos, amenazas, manipulación frente al/la hijo/a), es importante consultar a un/a profesional del derecho. Registrar situaciones, guardar mensajes o considerar una modificación del régimen de contacto puede ayudarte a protegerte sin caer en una guerra.
Pedir ayuda no es un fracaso: es una estrategia.
5. No confundas evitar a tu ex con alejarte de tu hijo/a
A veces, con tal de no ver al otro, algunas personas se van retirando también del vínculo con su hijo/a. Pero un/a niño/a necesita de vos, de tu presencia, de tu contención.
Cuidarte no es retirarte, sino encontrar la forma menos dañina posible de estar.
Preguntate:
¿Qué necesita mi hijo/a de mí, más allá de lo que yo ya no puedo dar a su otro progenitor/a?
6. Pedí acompañamiento si lo necesitás
Este tipo de vínculos no se resuelven con lógica ni fuerza de voluntad. Un espacio terapéutico puede ayudarte a encontrar tu lugar, a sostener tus límites y a cuidar a tu hijo/a sin caer en la trampa del conflicto permanente.
Separarte no siempre significa dejar de vincularte. A veces implica reformular el vínculo desde el cuidado y la distancia necesaria.
Para pensar…
- ¿Qué trato mínimo necesitás para preservar tu bienestar?
- ¿Qué le estás enseñando a tu hijo/a sobre los vínculos al sostener o cortar el contacto de cierta manera?
- ¿Podés imaginar una forma de estar presente en la vida de tu hijo/a sin dejar que el conflicto con tu ex te arrastre?
Si estás atravesando una situación similar, podemos pensar juntos cómo afrontarla. A veces, una conversación clara y en un entorno cuidado puede ayudarte a recuperar tu centro.
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