martes, 28 de enero de 2014

Sobre la cuestion del Rol del Acompañante Terapéutico



 

Parte de este artículo forma parte del libro “Acompañamiento Terapéutico en España”, Editorial Grupo 5, Madrid, 2012 ISBN: 978-84-93872-2-0

Alejandro Chévez. Psicólogo y psicoanalista. Asociación de Acompañamiento Terapéutico y Teatro Espontáneo –Pasos. Supervisor y Coordinador Técnico en Grupo 5 Rehabilitación Psicosocial. Email: alejandrochevez@gmail.com                                                  

El rol: lo que se espera de uno allí donde acompaña:

"En un vigilante de insensatos es menester buscar una contextura corporal bien proporcionada, músculos llenos de fuerza y vigor, un continente orgulloso e intrépido cuando llegue el caso, una voz cuyo tono de ser necesario, sea fulminante; además, el vigilante debe ser una probidad severa, de costumbres puras, de una firmeza compatible con formas suaves y persuasivas […] y de una docilidad absoluta a las órdenes del médico” (Esquirol, 1838).
Es conveniente, antes que todo, diferenciar el rol de la/s función/es del acompañante terapéutico, ya que de esta confusión provienen buena parte de las dificultades de in-definición de nuestro campo (Rossi, 2011). En primer lugar, el rol representa un determinado tipo de actor (el acompañante terapéutico) en un contexto determinado (el ámbito clínico y sociocomunitario), lo cual establece una determinada expectativa social acerca de lo que se puede esperar de ese actor. Berger y Luckmann establecen que un rol “es un correlato de la institucionalización del comportamiento” (“serie de acciones y tareas tipificadas por tipos de actores”), “representa un orden institucional” y circunscribe zonas específicas de conocimiento socialmente objetivado (Berger y Luckmann, 2001).


En este sentido, al Acompañamiento Terapéutico corresponden una serie de acciones y tareas tipificadas: acompañar, apoyar, contener, etc.; por tipos de actores: los acompañantes terapéuticos; y un campo de saber específico que lo enmarca y fundamenta: el saber en torno al vinculo en lo cotidiano, y por supuesto el marco conceptual desde donde se sostiene su intervención: el psicoanálisis, la psicología sistémica y la psicología social.

Definir el rol del acompañante terapéutico lejos de poner en riesgo la singularidad de lo que se juega en un acompañamiento, asienta un nexo institucional de comportamiento que permite delimitar socialmente, entre lo que es y lo que no es Acompañamiento Terapéutico.

No es lo mismo la tarea por la que el acompañante terapéutico es convocado (rol), que las coordenadas que guían y determinan la ejecución singular de la tarea (función).

Si bien en sus inicios esta indefinición, este dejarse ubicar por las demandas institucionales, públicas y privadas, facilitó el crecimiento y la expansión del Acompañamiento Terapéutico en Latinoamérica, permitiéndole integrarse en espacios muy heterogéneos como el ámbito sanitario, social o judicial, en España, por el contrario, el campo del acompañamiento es compartido por otras profesiones con mayor historia y soporte institucional que nuestra actividad. Con lo cual, la necesidad de diferenciarnos de otros enfoques e inscribirnos institucionalmente en el contexto español cobra especial interés.

Desde el punto de vista del rol, se espera que un acompañante terapéutico siempre priorice entre sus objetivos: la construcción de un vínculo positivo y de confianza en el marco de una metodología de lo cotidiano sobre otros objetivos (como higiene, traslados, habilidades de la vida cotidiana, etc.) entendiendo que lo primero es el camino para llegar a lo segundo. Según Rossi (2011) el trabajo inicial debe estar encaminado “hacia el establecimiento de alguna confianza en el vínculo, desde la actitud de cautela y la disposición del acompañante hacia el diálogo”.

Podría pensarse que esta jerarquización de las prioridades, a la hora de la intervención, varía cuando el rol del acompañante terapéutico se desarrolla en otros ámbitos como en el ámbito escolar o de la discapacidad intelectual, dado que el elemento educativo cobra en estos casos especial interés. Perola práctica demuestra que esto no es así, como demuestran estas dos elocuentes experiencias de acompañantes en el campo de la discapacidad:
Acompañar a un joven con deficiencia mental es caminar a su lado ofreciendo una ayuda especializada… Pero sobre todo es un acto de amor que le permite el crecimiento… respetando sus limitaciones, potenciando sus capacidades. (Guzmán, 2002)

El Acompañamiento Terapéutico, aunque mayoritariamente ha sido dentro de la escuela, también ha sido fuera de ésta,  me he ido con él de campamento, he hecho AT en su casa, nos hemos ido a lugares recreativos. Todas estas salidas ayudaron sobre todo a fortalecer el vínculo conmigo, a poder trabajar también con aquellos elementos que pertenecen a su día a día, como es su casa. (Mirón, 2010).
El “Código de Ética de Acompañante Terapéutico”, elaborado por el equipo de María Laura Frank y Nilda Graciela Bustos (Frank y Bustos, 2011), es otro apoyo a la configuración del rol, normas de conducta y principios éticos con una apoyatura legal que orientan al acompañante para el buen desempeño de su labor, estableciendo sus derechos y deberes.

En cuanto a sus objetivos generales es importante destacar que son aplicables, por su similitud, aquellos que son propios de otros dispositivos de intervención sociocomunitaria, demostrando su pertenencia a este ámbito de intervención. Véase por ejemplo los Equipos de Apoyo Social Comunitarios de la Comunidad de Madrid, perteneciente al ámbito de la rehabilitación psicosocial, cuyos objetivos son los siguientes:
-          Apoyar al mantenimiento en el propio domicilio o en el entorno socio comunitario y familiar en las mejores condiciones posibles.
-          Mejorar la situación y calidad de vida de los usuarios
-          Evitar situaciones  de marginalización y abandono.
-          Apoyar a las familias.
-          Ofrecer acompañamiento y apoyo para mejorar la vinculación con los servicios de salud mental y de servicios sociales. (A. Rodríguez, 2005).

Si bien es cierto que estos objetivos no contemplan la función auxiliar del acompañamiento en cuanto al tratamiento, son aplicables en tanto se tenga en cuenta esta característica como algo tácito e intrínseco al Acompañamiento Terapéutico. El planteo según el cual “El rol del At implica una ardua tarea teórica, que se va a materializar en la práctica individual de cada Acompañante en relación al acompañado” (Goyeneche y Piccini, 2011) es correcto dado que el rol se materializa en la práctica individual y por lo tanto en cada relación. Ahora bien, el principal esfuerzo, “la ardua tarea teórica”, no está en la definición del rol, sino en el trabajo de dilucidación de las funciones que ocupa el acompañante en relación a los actores significativos dentro del tratamiento (acompañado, familia, equipo, terapeuta).

 La definición del rol, en tanto tarjeta de presentación del dispositivo, debe ser clara, genérica y fácilmente comprensible para el entorno en donde el dispositivo pretende insertarse. Desde esta perspectiva, en sentido general, en la mayoría de los casos el rol del acompañante terapéutico se asocia a la tarea de proveer “una adaptación ambiental” (Duarte, 2005), un acomodamiento al mundo del acompañado a modo de una “una red artificial temporal” similar a lo que Erickson define como “sistema sustitutorio por tiempo limitado” (Erickson en Haley, 1994) “red artificial sustitutiva provisoria”,  que de soporte y apoyo, y abra posibilidades al crecimiento de la persona y su entorno.

He intentado definir un rol a partir de los elementos técnicos constitutivos de esta disciplina, con el fin de disponer de instrumentos conceptuales que nos permitan diferenciar el Acompañamiento Terapéutico  de otras disciplinas con las que comparte el campo, sin tener que realizar una larga enumeración de todo lo que no es, como hacíamos hace diez años. Es evidente que este trabajo recién comienza, y así como Argentina y Brasil se encuentran en un momento de legitimación oficial e inclusión en la red pública asistencial, en España aún tenemos un largo camino por delante.

5 comentarios:

Acompanyament Terapèutic Barcelona dijo...

Excelente artículo Alejandro. Muy útil para la tarea, cada vez más solicitada, de difusión del AT en España. Totalmente de acuerdo, siempre hemos ido definiendo el At por lo que no es, y se hace necesaria una mayor cocreción para resaltar su especificidad frene a otros profesionales,, como bien dices, de objetivos similares y de largo recorrido en España. Un ab

Acompanyament Terapèutic Barcelona dijo...

Un abrazo

Acompanyament Terapèutic Barcelona dijo...

Un abrazo

Acompanyament Terapèutic Barcelona dijo...

Excelente artículo Alejandro. Muy útil para la tarea, cada vez más solicitada, de difusión del AT en España. Totalmente de acuerdo, siempre hemos ido definiendo el At por lo que no es, y se hace necesaria una mayor cocreción para resaltar su especificidad frene a otros profesionales,, como bien dices, de objetivos similares y de largo recorrido en España. Un ab

Alejandro dijo...

Gracias Marisa por tu comentario, un abrazo!