Identidad
del Acompañamiento Terapéutico
Cuando hablamos de la identidad del
acompañante terapéutico quizás no tenga mucho sentido perseverar en lo
conocido, menos también debatir con el modelo brasilero si el at es una
disciplina o una metodología, pienso que las instituciones vienen suspender
este debate e incluso suprimirlo, en el momento en que entendemos que el
Acompañamiento Terapéutico no es un capricho latinoamericano, sino una
respuesta institucional a un problema social.
En tanto que respuesta ante un instituido
tiene una relación de correspondencia con el contexto institucional en el que
se instituye, y por lo tanto diferentes contextos institucionales y políticos
darán forma a diferentes respuestas. Cabe preguntarse si en los diferentes
países en los que se ha implantado, cada uno con sus características
institucionales y políticas puede corresponderse la misma respuesta, o al menos
una parecida que lleve el nombre de Acompañamiento Terapéutico.
En concreto la pregunta es si las
diferentes formas en la que se ha instrumentado el Acompañamiento Terapéutico
en los diferentes contextos (y no necesariamente en los diferentes países ya
que hay diferencias internas también) mantiene las suficientes correspondencias
entre sí como para afirmar que todas ellas tienen una relación de pertenencia a
un conjunto mayor que llamaríamos Acompañamiento Terapéutico.
Esta cuestión tan simple es la que me
ha motivado a iniciar un proyecto de investigación basado en el método Delphi
con la finalidad de recoger por parte de los mismos protagonistas los Elementos
esenciales del Acompañamiento Terapéutico. Investigación como digo muy
sencilla, pero aunque parezca sorprendente, es la primera en su tipo. Son los
hechos los que acallan las conjeturas.
Pero esto no es de lo que quería
hablaros hoy sino de que lo que considero la identidad perdida del acompañante
terapéutico, perdida en el mar de las identificaciones y el brillo enceguecedor
del reconocimiento social. Yo me pregunto ¿En qué momento los acompañantes
terapéutico nos convertimos en psicoanalistas?, lo digo con nostalgia y
autocrítica, porque pareciera haber sido este el sino de nuestra generación y
de la anterior aún más. Éste no es un hecho secundario en el desarrollo de
nuestra práctica, y sinceramente dan gusto los debates que en los sucesivos
congresos he podido tener con los acompañantes sobre este tema. Porque nos
enfrentamos al comienzo de una nueva era de acompañantes mentales, con un gran
domino de las artes psíquicas, pero muy poco espontánea, con una gran inhibición
para la representación, la actuación y el dominio de los gestos y las
emociones. Espero que aún estemos a tiempo para detener esta marea de
acompañantes que desean ser psicoanalistas.
Claro, no es su culpa, hay poner el
ojo en la formación, no hay libro de acompañamiento que no diga que en su
práctica el profesional debe hacer uso de “cierta espontaneidad”, ¿por qué
“cierta”?, un acompañante requiere de TODA su espontaneidad trabajada en cada
momento de su praxis. Jacobo Levy Moreno, que es quien, además de crear el
psicodrama, introdujo la espontaneidad como concepto psicoterapéutico, lo
define como una respuesta adecuada ante una situación nueva o una respuesta
creativa ante una situación conocida. La espontaneidad es sinónimo de libertad,
juego y salud. Un encuadre sea el que sea requiere de la espontaneidad del at
para que sea habitable, cualquiera sea la patología, ¿Por qué esta insistencia
en cierta espontaneidad?
Creo yo que por miedo. Miedo a que el
acompañante la cague haciendo el ganso en un acompañamiento, y esto se piensa
como desde el lugar del coordinador, del supervisor o desde el terapeuta que
guía el caso. No desde el acompañante.
En una ocasión le preguntamos a
Dalmiro Bustos como se llama cuando alguien en nombre de la espontaneidad
comete una agresión o por ejemplo cruza desnudo una cancha de futbol. Dalmiro
nos miró y nos respondió con esa sonrisa tan suya, eso no es espontaneidad, es
en todo caso espontaneísmo. La espontaneidad siempre está de la mano de la
creatividad y pone en juego a todo el sujeto. En el espontaneísmo se trata de
una impulsión, no es creativa y satisface una parte del sujeto a la vez que
contradice a otra, que lo vive con culpa o malestar.
El trabajo de la espontaneidad debiera
ser eje de la formación de acompañantes terapéuticos, pero es así?..
Otra experiencia. En el Congreso de
Córdoba realizamos una experiencia de supervisión activa con acompañantes que
representaron escenas reales relacionadas con su trabajo cotidiano. Nos dio
tiempo para caldear el grupo y representar una escena, para ello utilizamos
técnicas de psicodrama orientadas a convertir el relato en dramatizaciones. Las
escenas hablaban de soledad, frustración y mucho dolor. El tercer paso de un
grupo de supervisión activa consiste en hacer un Eco grupal, donde cada cual
habla desde su resonancia emocional, lo que le impactó. Esta etapa se
diferencia del Procesamiento en donde se hace una análisis reflexivo. ¿Qué
creéis que sucedió?
Fue tal la dificultad del grupo para
expresarse desde lo emocional y en general para exponerse (actuando frente un
grupo) que incluso se sorprendieron los propios participantes. Estaba tan
descompensada la cosa mente cuerpo, que tuvimos que intervenir en varias
ocasiones para que hablaran “cuello para abajo” y no de “del cuello para
arriba” ya que lo querían explicar todo en un soliloquio continuo.
De la experiencia destacaban la
novedad, tanto así que hicimos al día siguiente un nuevo taller para los que no
habían podido asistir al primero. Y yo me pregunto ¿Cómo es posible que actuar,
exponerse, representar, hablar en público, mostrar emociones y hablar de ellas
sea una novedad para un acompañante terapéutico? Acaso no lo hacemos todos los
días con nuestros acompañados?
Es interesante que a pesar de los
múltiples desarrollos de nuestra disciplina, su integración en diferentes
campos de intervención y la calidad de los interlocutores que han tenido la
enorme responsabilidad de darle voz al AT hasta el día de hoy, no hayan tenido
voz y desarrollo planteamientos que estaban vivos en el origen. Eduardo Kalina,
en su introducción al libro fundante de esta disciplina, el ya legendario libro
“Acompañantes Terapéutico y Pacientes psicóticos”, dice:
"Todo
confluía en la convicción del valor intrínseco del modelo relacional. "Hay
que poner el cuerpo", fue nuestro lema. Nosotros somos el
"instrumento terapéutico" por excelencia. Estábamos también yendo por
un camino que recogía los frutos de las técnicas psicodramáticas. Martínez,
Moccio y Pavlovsky con su integración de las teorías psicoanalíticas y
psicodramáticas nos habían enriquecido en lo que significa participar
activamente como terapeutas. ¿Nos alejábamos del psicoanálisis al abandonar la
abstinencia como regla básica o abríamos nuevas puertas?. Nosotros apostamos
por esta segunda posibilidad y ahora en 1991, recogemos los frutos de aquellos
años de maravillosa creatividad colectiva". Eduardo
Kalina, (1984).
Más adelante define al “amigo
calificado” como como “el instrumento posible” que permitía al paciente
entrenar diferentes conductas frente a personas conocidas y frente a personas
nuevas (recordemos la definición de espontaneidad de Moreno).
Más adelante aparece una definición
moderna (en el mismo libro) de at. Dice "El acompañante terapéutico, al
trabajar en un nivel dramático-vivencial, no interpretativo, muestra al
paciente, in situ, modos diferentes de actuar y reaccionar frente a las
vicisitudes de la vida cotidiana.". S. Kuras y S. Resnisky,(1984).
Estas citas provenientes me llevan a
la siguiente reflexión acerca del origen:
El acompañamiento respondía a un
modelo “dramático vivencial” como dice la cita, quizás no tan centrado en el
vínculo como quisiéramos. Pero sí con una gran consciencia de los fenómenos
grupales, y que respondía a una necesidad de ir más allá de la consulta, de la
interpretación y de los limites afectivos, casi alexitimicos, que imponían los
roles terapéuticos tradicionales.
Desde una visión grupalista y
relacional pensamos que el AT consiste en un grupo que acompaña a otro grupo,
el sentido de este encuentro que se escenifica a través de sus portavoces, el
acompañante y el paciente, estará regulado por el encuadre. A su vez, el
encuadre (por su carácter de limite político) dará lugar a la conformación de
un nuevo grupo, un grupo diádico constituído por at y paciente. Lo que suceda,
lo que emerja, de este encuentro estará determinado no solo por el modo
“dramático vivencial” en que se ponen en juego los grupos internos (el mundo
interno al decir de Pichon Riviere) de paciente y at, sino también del equipo
de acompañantes y la familia.
En
síntesis:
- Desde su origen el acompañamiento terapéutico responde a un pensamiento grupal, con alusiones al psicodrama
- La díada at-paciente debe pensarse por lo tanto como un grupo, que pone en contacto los grupos de pertenencia.
- El instrumento de trabajo del acompañante es fundamentalmente la acción, y luego la palabra.
- Tiene sentido en este contexto recurrir al psicodrama para aportar herramientas que sirvan para desarrollar nuestra práctica.
- La Ética de la amistad está en el origen de la función, llamada en la prehistoria “amigo calificado”, tiene sentido explorar las implicaciones terapéuticas de la amistad.
El
AT en España
EL AT en España pretende ocupar un
territorio ocupado, para nosotros no nos es válido proponerlo como una
disciplina, ya que ese territorio está ocupado por una profesión denominada
Educación Social. Similar al acompañamiento en tanto que interviene en la
comunidad y tiene el carácter de diplomatura (por debajo de una licenciatura).
Por otra parte puede proponerse como
un postgrado para psicólogos o como una especialización para educadores, en última
estancia, como una metodología que cumpliendo ciertos requisitos convierten la
intervención en acompañamiento terapéutico.
Vale decir que por un lado han
proliferado los equipos de acompañamiento en Madrid y el resto de España con un
funcionamiento similar al que hay en Argentina, al tiempo que los cursos que
damos están mayormente dirigidos a profesionales que quieren incluir esta
metodología en su práctica (en especial educadores sociales y trabajadores
sociales), muy al modo que se hace en Brasil.
Cabe agregar que los equipos de
acompañamiento terapéutico en España están mayormente constituidos por
psicólogos y en un segundo lugar lejano, por acompañantes terapéutico. Podemos
decir por lo tanto que el AT en España no ha adquirido su forma final (y quizás
en ningún lugar lo haya hecho). Sí quiero decir, y aprovecho para destacar la
participación de Gustavo Rossi en esta cuestión, que nos encontramos en una
encrucijada. Por un lado pelear la legitimación del AT como disciplina en el
Ministerio de Educación, con el riesgo de ser fagocitados por la Educación
Social, y el otro es aceptar el lugar que nos ofrece este contexto
institucional y seguir formando profesionales con orientación social y
comunitaria en esta tarea, y convirtiendo el acompañamiento terapéutico en una
especialidad de post grado.
En estos momentos estamos organizando
las III Jornadas Madrileñas de Acompañamiento Terapéutico, quizás sea el
espacio idóneo para sacar a la luz esta cuestión.
La Legalidad del acompañamiento
terapéutico está garantizada por la titulación de quien desempeña la función.
Si bien no hay un encuadre legal para esta práctica, las redes de atención
están girando hacia un enfoque comunitario avaladas por la reforma del 86.
Esto da juego a muchas posibilidades y
contradicciones. Por ejemplo, la formación en at es presentada como un
referente en el campo de la Rehabilitación Psicosocial, en Sanidad los
profesionales sanitarios obtienen créditos de formación oficial cuando realizan
alguno de nuestros cursos acreditados. Del 2004 a aquí hemos creado servicios
de acompañamiento terapéutico que con el tiempo fueron renombrados como
servicios de intervención comunitaria.
En Barcelona la universidad avala el
curso de acompañamiento terapéutico que organiza Marisa Puges y su equipo.
Leonel Dozza y PuenteAte participan con ponencias sobre AT en el Master de
Psicoanálisis que ofrece la Universidad Complutense de Madrid. Son varios los
servicios del interior de España, Málaga, Canarias, Murcia, Alicante, que piden
nuestros servicios para la formación de equipo. Pero la demanda de at no es
estable ni homogénea, depende de los actores puntuales que las impulsan, como
sucedía en Argentina en sus inicios.
Son varios los hitos que van
consolidando la presencia del At en España (congreso, libro, etc.) pero lo
cierto es que es un terreno virgen y con honestidad, no creo que hayamos
encontrado la fórmula que garantice la inscripción del AT en España de forma
definitiva.
En cuanto al Campo de acción: el
Acompañamiento Terapéutico interviene actualmente en Salud Mental, Discapacidad
y drogodependencias, en cuanto a la población hay equipo especializados en
infancia, pero la gran mayoría trabaja con adolescentes y adultos.
Está pendiente de abrir el camino del
acompañamiento terapéutico en instituciones educativas. Nuestro equipo está
trabajando en ello.
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