PARTE III
Implantación de los simulacros en una
residencia de salud mental
Se propone este tipo de metodología
en una residencia de rehabilitación psicosocial para personas con enfermedad
mental grave y duradera, con los siguientes objetivos:
- Dotar de herramientas
para una respuesta en equipo ante una situación de disconducta
-
Aumentar la percepción
de control frente a este tipo de situaciones
-
Trabajar las emociones
de las personas implicadas en el suceso y ofrecer la opción de visualizar la
situación desde otros Roles.
En lo que concierne a la
implementación de los simulacros en la residencia podemos identificar algunas
dificultades que ya hemos comentado anteriormente: las resistencias que pueden
surgir/emerger ante una situación de
exposición frente a uno mismo y a los compañeros, poner orden en el desorden,
los miedos profesionales y personales que asoman así como la receptividad y
motivación del equipo pueden ser factores determinantes por los que la escena a
jugar se vea alterada y su efectividad reducida. A estos factores habría que
añadir el funcionamiento y estructura habitual de una residencia: horarios,
intervenciones y atención diaria así como los espacios… son aspectos a tener en
cuenta a la hora de llevar a cabo un trabajo de estas características ya que se
puede ver interrumpido y partido en cualquier momento de la escena lo que
generaría una ruptura de la misma y la desvinculación de los participantes de
los roles que estuvieran desempeñando en ese momento.
Para salvar todos estos obstáculos y
que esta medida pueda ser implantada con éxito en una residencia, deben
cuidarse los lugares donde se va a realizar. Para ello, se propone que, las
escenas a desarrollar se lleven cabo en varios grupos coincidiendo con los
turnos de trabajo (mañana, tarde y noche) y en cada uno de ellos se compongan
las situaciones temidas y/o vividas propuestas en ese mismo grupo. El espacio
físico debe ser un lugar libre de interrupciones en el propio centro o fuera de
él y sería deseable que fuera del horario laboral. Esto dependerá del grado de
implicación del grupo, en caso de que no sea posible siempre se puede optar por
desarrollarlo en una sala del centro y en el mismo turno pero estableciendo de
antemano que al menos una persona no participará ya que se hará cargo de dar
continuidad a las demandas de la residencia.
En relación a los plazos de
ejecución de las sesiones, inicialmente se establece que serán semestrales
pudiendo trabajar situaciones temidas que traigan los participantes.
No obstante, en caso de que
sucediera otra condición de disconducta en el centro, se estructuraría a la
mayor brevedad posible una escena en la que las personas involucradas jugaran
la escena cuidando y respetando los tiempos que ellos mismos pueden establecer
para volver a recrear dicha escena.
Es importante hacer referencia a la
cohesión de grupo y el trabajo como tal, ya que es uno de los objetivos por los
que se plantea llevar a cabo estas sesiones y para ello es fundamental
considerar que el grupo se cohesiona a través de las diferencias de sus
miembros. Por ello, es conveniente hacer partícipe a todo el equipo y facilitar
un clima de confianza en el que el miedo a la exposición y a la crítica no tenga
un peso definitorio.
El psicodrama aplicado con equipos de salud mental
El contexto institucional de la
salud mental actual en Madrid, fundamentalmente en el campo de la
rehabilitación psicosocial se haya en una etapa de consolidación. Con equipos jóvenes
con una experiencia trabajando con personas con
diagnóstico de esquizofrenia, que llevan ya un promedio de 6 años en
los mismos centros, empiezan a aparecer los primeros indicios de los efectos que produce la rutina y la habituación a un equipo y a un centro
específico. Es verdad que el sistema actual de centros de Rehabilitación
Psicosocial de la Comunidad de Madrid, pertenecientes a la Consejería de
Asuntos Sociales, permite a los aproximadamente 1400 profesionales que la
componen, cierta rotación, las estrategias orientadas a prever los riesgos
psicosociales en los equipos funcionan por separado a las estrategias de
perfeccionamiento y formación de los mismos.
Es así, como por un lado podemos ver
que los equipos son objetos de cursos de autocuidados, comunicación, trabajo en
equipo, organización del tiempo, etc… (impartidos generalmente por este nuevo y
dúctil perfil profesional que se ha dado a llamar “couch”), mientras que por
otro lado hayamos todo el catálogo de desarrollo de habilidades profesionales
(manejo, trato, protocolos, planificación, evaluación) impartido por expertos
del sector.
No existe
duda alguna de la validez de este tipo de diseños formativos, que por otra
parte destacan la ausencia total de actividades que unan ambos aspectos: el
cuidado personal y el desarrollo de habilidades profesionales.
Pensamos que este es el espacio que
puede ocupar el psicodrama, si no fuera que una extraño estigma parece
acompañar su implantación en espacios concretos, como por ejemplo, la
supervisión de equipos.
En primer lugar los buscadores de
evidencias (y evitadores de
experiencias) hayan en el argumento científico una excusa para cuestionar su
validez. Por otra parte, son los mismo profesionales los que a través de las
resistencias habituales a las que ya estamos acostumbrados en nuestro ámbito,
las que dificultan la implementación, al exponer al profesional a situaciones
más allá de lo intelectual, en donde se haya seguro y protegido.
Como ya decía Moreno hace un siglo, la acción
es un desafío, y lo sigue siendo. Es por
esta razón que en la aplicación de técnicas psicodramáticas nos vemos avocados
a enmascarar referencias y conceptos, incluso en nombre de algunas técnicas
como el caldeamiento o el eco grupal, para evitar de esta forma la oposición
institucional y personal de los grupos con los que trabajamos. El couching es
un ejemplo de este enmascaramiento.
Esta situación nos lleva a
preguntarnos cuales son las causas de estas resistencias (Moreno puede darnos
muchas respuestas) y si este enmascaramiento es una estrategia válida o
debiéramos plantearnos otras alternativas.
Esta pregunta irresuelta para nosotros queda
abierta, y será pertinente en tanto sea nuestro interés seguir ampliando el
campo de aplicación del psicodrama, más allá del círculo cerrado que
constituimos nosotros mismos. Al fin y al cabo el
psicodrama ¿no debiera responder también, adecuadamente a situaciones nuevas y
adaptarse de forma creativa a situaciones ya conocidas?.
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