domingo, 21 de febrero de 2016

Supervisión Activa en equipos de atención residencial de Rehabilitación Psicosocial en Salud Mental - PARTE III

PARTE III


Implantación de los simulacros en una residencia de salud mental

Se propone este tipo de metodología en una residencia de rehabilitación psicosocial para personas con enfermedad mental grave y duradera, con los siguientes objetivos:
-   Dotar de herramientas para una respuesta en equipo ante una situación de disconducta
-          Aumentar la percepción de control frente a este tipo de situaciones
-          Trabajar las emociones de las personas implicadas en el suceso y ofrecer la opción de visualizar la situación desde otros Roles.

En lo que concierne a la implementación de los simulacros en la residencia podemos identificar algunas dificultades que ya hemos comentado anteriormente: las resistencias que pueden surgir/emerger  ante una situación de exposición frente a uno mismo y a los compañeros, poner orden en el desorden, los miedos profesionales y personales que asoman así como la receptividad y motivación del equipo pueden ser factores determinantes por los que la escena a jugar se vea alterada y su efectividad reducida. A estos factores habría que añadir el funcionamiento y estructura habitual de una residencia: horarios, intervenciones y atención diaria así como los espacios… son aspectos a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo un trabajo de estas características ya que se puede ver interrumpido y partido en cualquier momento de la escena lo que generaría una ruptura de la misma y la desvinculación de los participantes de los roles que estuvieran desempeñando en ese momento.

Para salvar todos estos obstáculos y que esta medida pueda ser implantada con éxito en una residencia, deben cuidarse los lugares donde se va a realizar. Para ello, se propone que, las escenas a desarrollar se lleven cabo en varios grupos coincidiendo con los turnos de trabajo (mañana, tarde y noche) y en cada uno de ellos se compongan las situaciones temidas y/o vividas propuestas en ese mismo grupo. El espacio físico debe ser un lugar libre de interrupciones en el propio centro o fuera de él y sería deseable que fuera del horario laboral. Esto dependerá del grado de implicación del grupo, en caso de que no sea posible siempre se puede optar por desarrollarlo en una sala del centro y en el mismo turno pero estableciendo de antemano que al menos una persona no participará ya que se hará cargo de dar continuidad a las demandas de la residencia.


En relación a los plazos de ejecución de las sesiones, inicialmente se establece que serán semestrales pudiendo trabajar situaciones temidas que traigan los participantes.

No obstante, en caso de que sucediera otra condición de disconducta en el centro, se estructuraría a la mayor brevedad posible una escena en la que las personas involucradas jugaran la escena cuidando y respetando los tiempos que ellos mismos pueden establecer para volver a recrear dicha escena.

Es importante hacer referencia a la cohesión de grupo y el trabajo como tal, ya que es uno de los objetivos por los que se plantea llevar a cabo estas sesiones y para ello es fundamental considerar que el grupo se cohesiona a través de las diferencias de sus miembros. Por ello, es conveniente hacer partícipe a todo el equipo y facilitar un clima de confianza en el que el miedo a la exposición y a la crítica no tenga un peso definitorio.


El psicodrama aplicado con equipos de salud mental

El contexto institucional de la salud mental actual en Madrid, fundamentalmente en el campo de la rehabilitación psicosocial se haya en una etapa de consolidación. Con equipos jóvenes con una experiencia trabajando con personas con diagnóstico de esquizofrenia, que llevan ya un promedio de 6 años en los mismos centros, empiezan a aparecer los primeros indicios de  los efectos que produce la rutina y la habituación a un equipo y a un centro específico. Es verdad que el sistema actual de centros de Rehabilitación Psicosocial de la Comunidad de Madrid, pertenecientes a la Consejería de Asuntos Sociales, permite a los aproximadamente 1400 profesionales que la componen, cierta rotación, las estrategias orientadas a prever los riesgos psicosociales en los equipos funcionan por separado a las estrategias de perfeccionamiento y formación de los mismos.

Es así, como por un lado podemos ver que los equipos son objetos de cursos de autocuidados, comunicación, trabajo en equipo, organización del tiempo, etc… (impartidos generalmente por este nuevo y dúctil perfil profesional que se ha dado a llamar “couch”), mientras que por otro lado hayamos todo el catálogo de desarrollo de habilidades profesionales (manejo, trato, protocolos, planificación, evaluación) impartido por expertos del sector.

No existe duda alguna de la validez de este tipo de diseños formativos, que por otra parte destacan la ausencia total de actividades que unan ambos aspectos: el cuidado personal y el desarrollo de habilidades profesionales.

Pensamos que este es el espacio que puede ocupar el psicodrama, si no fuera que una extraño estigma parece acompañar su implantación en espacios concretos, como por ejemplo, la supervisión de equipos.

En primer lugar los buscadores de evidencias (y evitadores de experiencias) hayan en el argumento científico una excusa para cuestionar su validez. Por otra parte, son los mismo profesionales los que a través de las resistencias habituales a las que ya estamos acostumbrados en nuestro ámbito, las que dificultan la implementación, al exponer al profesional a situaciones más allá de lo intelectual, en donde se haya seguro y protegido.

Como ya decía Moreno hace un siglo, la acción es un desafío, y lo sigue siendo. Es por esta razón que en la aplicación de técnicas psicodramáticas nos vemos avocados a enmascarar referencias y conceptos, incluso en nombre de algunas técnicas como el caldeamiento o el eco grupal, para evitar de esta forma la oposición institucional y personal de los grupos con los que trabajamos. El couching es un ejemplo de este enmascaramiento.

Esta situación nos lleva a preguntarnos cuales son las causas de estas resistencias (Moreno puede darnos muchas respuestas) y si este enmascaramiento es una estrategia válida o debiéramos plantearnos otras alternativas.

Esta pregunta irresuelta para nosotros queda abierta, y será pertinente en tanto sea nuestro interés seguir ampliando el campo de aplicación del psicodrama, más allá del círculo cerrado que constituimos nosotros mismos. Al fin y al cabo el psicodrama ¿no debiera responder también, adecuadamente a situaciones nuevas y adaptarse de forma creativa a situaciones ya conocidas?.


No hay comentarios: