Fragmento del libro “Acompañamiento Terapéutico en España”, Editorial Grupo 5, Madrid, 2012 ISBN: 978-84-93872-2-0
La publicación de este artículo surge a partir del genial escrito de Ezequiel Uribarri Los lugares posibles de la
coordinación y la “demanda de coordinación”, supervisor del equipo de acompañantes terapéuticos de Agora, que esperamos lo publique pronto, en el reflexiona acerca de la demanda de coordinación y los diferentes elementos que complican y viabilizan la actividad del coordinador de equipo, es por ello que considero pertinente publicar este extracto del libro Acompañamiento Terapéutico en España, como acercamiento al debate necesario acerca de la figura del coordinador y la función de la coordinación en los equipos de acompañamiento terapéutico.
La figura del coordinador es fundamental para un equipo terapéutico en tanto lleva una “dirección técnica” del equipo. Si bien cada institución organiza las funciones del Coordinador en base a sus limitaciones y posibilidades, en general como plantea Gabriel Pulice “lo que corre por cuenta del coordinador del equipo, es la conformación del dispositivo; la determinación de la máxima y mínima cantidad de horas que trabajará cada acompañante, en cada caso; reunir y procesar la información que cada miembro del equipo le transmitirá, y con qué frecuencia. Otra de sus responsabilidades es la de llevar a cabo las reuniones y la supervisión del equipo”. (G. Pulice, 2011)
La figura del coordinador es fundamental para un equipo terapéutico en tanto lleva una “dirección técnica” del equipo. Si bien cada institución organiza las funciones del Coordinador en base a sus limitaciones y posibilidades, en general como plantea Gabriel Pulice “lo que corre por cuenta del coordinador del equipo, es la conformación del dispositivo; la determinación de la máxima y mínima cantidad de horas que trabajará cada acompañante, en cada caso; reunir y procesar la información que cada miembro del equipo le transmitirá, y con qué frecuencia. Otra de sus responsabilidades es la de llevar a cabo las reuniones y la supervisión del equipo”. (G. Pulice, 2011)
El Coordinador tiene una doble función normativa y representativa:
a.
La Función
normativa
En tanto que función normativa es el
protector del encuadre, tanto entre los miembros del equipo, como entre el
equipo y su trabajo. Hace la función de límite y en ese sentido es un puesto
permanentemente sujeto a confrontación por parte del equipo. Será de vital
importancia disponer de una gran tolerancia, asertividad y habilidades de
comunicación, con el fin de lidiar con los conflictos que vayan surgiendo.
Trabajar con personas con
patologías graves implica para el profesional, estar continuamente sujeto a
tensiones, demandas e incertidumbres. En función de la capacidad del equipo
para acoger estas tenciones (capacidad que puede ser reforzada como veremos por
la figura de un supervisor), van a producirse unas situaciones que de una
manera y otra requerirán la actuación del coordinador.
Por ejemplo en un equipo que había sufrido muchos cambios en su
estructura, y que además había vivido el fallecimiento de un usuario hacía no
mucho tiempo, se había instalado en una lucha encarnizada con el coordinador,
éste a su vez encontró en el líder informal del equipo la causa del conflicto y
se estaba valorando su expulsión del mismo.
La supervisión permitió devolver al grupo, que la incertidumbre de
los cambios continuos en el equipo y los efectos que estos producían en los
usuarios (quejas, ausencias, retrocesos, etc.), llevaron la tensión a un punto
que entre ellos no pudieron contener, echando en falta la contención del
coordinador para que limitara los excesos de horas y trabajos que estaban
acometiendo para compensar este desequilibrio interno.
Lo interesante es que la demanda de límite al coordinador se
manifestaba en forma de quejas, transgresiones y faltas de respeto, el
coordinador a su vez respondía con firmeza siendo estricto en cuanto a la
norma, lo cual sostenía la estructura (el equipo desde un punto de vista
objetivo funcionaba bien) pero impedía una escucha de lo que realmente estaba
sucediendo. En síntesis, el resultado era una escalada simétrica de críticas e
insultos entre el coordinador y el equipo, que luego se traducía en bajas y
denuncias. Fue recién de varias sesiones que, por un lado, el coordinador pudo
ver que no iban a dirigidas a él (como persona) sino a su función, y que era
parte de la misma, acogerlas y contenerlas abriendo una canal de expresión para
el equipo. Y por el lado del equipo, sus integrantes pudieron conectar su
situación con los eventos coyunturales que los producían (fallecimiento del
usuario, sentimiento de fracaso, ansiedad por los cambios), acordando modificar
la manera de comunicar sus necesidades en las reuniones.
Vemos con este ejemplo la
complejidad de esta función nomológica o normativa que le asignamos a la
coordinación. Y la facilidad con la que la persona que desempeña la función
puede caer en dinámicas complejas, que requieren de la solidez necesaria para
poder trabajarla más allá de lo manifiesto.
Por otro lado también vemos la
importancia de un acompañamiento para
el coordinador, en forma de supervisiones de su función que le permitan
distanciarse de su día a día, y afrontar
su tarea con más herramientas.
b.
La función
representativa
Representar al equipo ante las
otras instituciones con las que el equipo se relaciona, es otra de las
funciones principales del coordinador.
No olvidemos que el
Acompañamiento Terapéutico ocupa un lugar inter-institucional,
dado que circula junto con el acompañado por todos los servicios y centros a
los que él acude. Al ser el único dispositivo que dispone de una visión transversal de todos los
recursos que intervienen con el usuario
(en algunos casos he llegado a contar hasta ocho equipos de diferentes
instituciones sociales, sanitarias, comunitarias, interviniendo sobre un mismo usuario), es
fundamental mantener encuentros de coordinación esporádicas con estos equipos.
Es función del coordinador programar, facilitar y asistir a estos encuentros.
También debe acordar previamente
con el equipo qué dirán a cada quien, dada la importancia que la dimensión política tiene en esta actividad.
Por otra parte, no es habitual
que estas coordinaciones sean pacíficas y tranquilas, por el contrario, cada
acuerdo requiere una negociación en las que a veces habrá que someterse
condiciones que el equipo no está dispuesto a aceptar, en otras habrá que mantenerse
firme y defender los aspectos de la intervención que se consideren necesarios.
Para proteger la relación entre
el equipo y las otras entidades, es el coordinador quien debe determina (en lo
posible con el acuerdo de su equipo) en que batallas hay que meterse y en
cuales no, en cuales aspectos habrá que
ceder y en cuales habrá que defender el punto de vista con todas las
herramientas posibles.
Por ejemplo en un caso en que había un gran conflicto entre el
equipo de profesionales y el equipo del Centro de Salud Mental, debido a que
éstos últimos planteaban un ingreso hospitalario, mientras que los primeros
sostenías que esa era justamente la peor medida que podía tomarse en este
momento. Las coordinaciones se volvieron muy tensas al punto que se planteaba
retirar al equipo de la intervención.
Dado que la reunión de coordinación ya no era un espacio de
diálogo, el coordinador optó por utilizar una estrategia informal, mediante
invitaciones a comer y visitas informales pudo construir un vínculo positivo
con el psiquiatra que dirigía el tratamiento, y de esta manera lograr un aliado
en la coordinación.
Cabe decir que la estrategia fue un éxito, el usuario no fue
ingresado, y pudo vivir durante muchos años más en su domicilio con el apoyo
del equipo de acompañantes.
Si el acompañamiento terapéutico
tiene una fuerte connotación política, vemos que el coordinador debe ser su
mejor exponente. Para ello es conveniente que desarrolle habilidades de
comunicación asertiva, mediación, control de las emociones, e incluso de
retórica.
El coordinador tiene por lo tanto
dos objetivos extremadamente complicados, defender el encuadre ante las
pasiones de los equipos, y representar estas pasiones de forma moderada en los
diferentes foros de coordinación en los cuales el equipo participa.
Finalmente es importante destacar
que no es conveniente que el coordinador participe de las discusiones de equipo
en torno a las intervenciones concretas “como uno más”. Corre el riesgo de
perder un poder fundamental, derivado de la asimetría de la relación, que puede
ser necesario en otro momento.
En una discusión del equipo en
torno al caso, el coordinador puede funcionar como moderador, y sus intervenciones deben estar ligadas cuestiones
relativas al encuadre, con lo cual no es tan importante para él si el
acompañamiento consiste en ir a un parque o a un museo, como que este
acompañamiento se realice en el horario pactado o que la cantidad de
profesionales participantes tenga en cuenta a otros usuarios que regularmente
son atendidos en el horario en que se va a realizar la actividad, por ejemplo.
Tareas
que realiza un coordinador:
A continuación expondré algunas
de las funciones, que a mi entender, son características de la coordinación,
vale aclarar que este listado tiene solo un fin orientativo.
a.
En cuanto a su función normativa: el Coordinador tiene las siguientes responsabilidades o procesos
a cargo:
1.
Responsable
de la constitución de los equipos (interviene tanto en la selección como en la
expulsión de ser necesario).
2.
Responsable
de la logística de la intervención: diagrama las actividades, los turnos y los
horarios.
3.
Planifica
la continuidad de la intervención: programando las vacaciones de los
acompañantes, los suplentes, lo intercambios.
4.
Debe
estar al tanto del seguimiento de cada caso con el que interviene el equipo.
5.
Debe
estar disponible en caso de ser emergencias (accidente del trabajador,
fallecimiento de un usuario, crisis, etc.).
6.
Funciona
como primer moderador en caso de conflictos en el equipo (el segundo es el supervisor).
Algunas tareas relacionadas con estas responsabilidades son:
1. Constitución del
equipo:
Un equipo de acompañantes que pretenda
atender un mínimo de 30 usuarios debe estar formado por un grupo de al menos 4
acompañantes estables con un ratio de 1:6.
En función del caso se distribuirán por sub equipos con una cantidad
variable, entre 3 y 6 acompañantes por equipo. Aunque el acompañamiento lo
realice un solo acompañante, siempre éste debe formar parte de un equipo. Es
necesario al mismo tiempo tener acompañantes auxiliares que puedan hacer sustituciones con quienes es conveniente que el paciente haya tenido algún contacto previo.
La cantidad total de
acompañantes variará en función de la cantidad de pacientes que trabajen con la
institución.
2. Organización y
Planificación del trabajo:
Ø
Organización del
trabajo a través de registros adecuados:
o
Del paciente:
historia clínica o seguimientos,
planilla de intervenciones, contrato, honorarios, intensidad de la
intervención pactada, etc.
o
Del equipo:
conformación de los equipos, vacaciones, evaluación de cada acompañante,
disponibilidad, seguimientos, intervenciones realizadas, planificación de las
coordinaciones, presupuestos, planilla de gastos, etc.
Es necesario también disponer la
información acerca de las características de cada acompañante, sus
características y habilidad, así como otras circunstancias que refieran a su
trabajo.
Ø
Establecer firmes canales de comunicación con
las instituciones tratantes.
- El AT es un nexo importante en el entramado
institucional por lo que la efectividad de su trabajo se reduce en cuanto no
hay buena comunicación con las instituciones tratantes. Esta debe ser clara en
relación con las pautas del tratamiento, y actualizada con la posibilidad de
poder modificarse según las contingencias del caso.
Ø
Flexibilidad y
estabilidad en la dirección de las actividades:
- No es una contradicción sino una condición para la
tarea. Implica evitar la rigidez de las tareas, adaptando el curso de las mismas
a la incidencia de factores externos y cambios situacionales, sin perder de
vista los objetivos marcados, mediante el aprovechamiento de las situaciones
inesperadas que puedan surgir, para lograr los objetivos propuestos, aun
recorriendo caminos no previstos.
b.
En cuanto a su función representativa: el Coordinador realiza las siguientes
tareas:
a.
Es
quién reporta a las entidades o instituciones que solicitan el servicio de AT,
de las actividades realizadas con cada usuario y del desarrollo de las mismas cuando
no lo pueden hacer los propios profesionales.
b.
En caso
de conflicto en la coordinación con otras entidades interviene representando
los intereses del equipo.
c.
También
es conveniente que asuma las decisiones
que pueden ser conflictivas con otras entidades de manera de proteger el
vínculo entre el equipo de acompañantes y los equipos de las otras
instituciones. Por ejemplo: no aceptar una derivación, cuestionar la estrategia
que se lleva a cabo, proponer intervenciones que por su especificidad puede no ser
comprendida por el equipo o profesional con quien se coordina.
d.
Realiza
los llamados correspondientes en caso de emergencia.
En caso de incluirse miembros de la red del paciente, se
encargará de informar y coordinar las actividades que estos desarrollen con la
intención de incluirlas dentro de la estrategia del tratamiento.
En síntesis, el coordinador esta
para decirte lo que "sabes perfectamente que tienes que hacer, pero no
haces", es repetitivo y normativo, a diferencia de la supervisión que
esta para pensar aquello que "no sabes que haces cuando lo haces" es
sorpresivo, no normativo.
En referencia al encuadre Leonel
Dozza (2011) dice lo siguiente:
"Si planteamos como referencia la imagen de
una bandera al viento, diría que en el plano dinámico la actitud del
Acompañante se corresponde con los movimientos de la bandera amoldándose al
viento (demanda materna). A su vez, para que este baile nos e convierta en un
vuelo decadente, hace falta un eje organizador, el mástil paterno que limita y
a la vez posibilita el baile".
A partir de esta referencia, el
coordinador en tanto es el protector del encuadre, es el que se encarga de
sostener la bandera, de manera que el mástil pueda seguir en su lugar. Por otra
parte, como en toda batalla, el portador de la bandera es el blanco móvil más
fácil, porque se lo diferencia fácilmente del resto. En esto radica la
dificultad de toda coordinación, no solo es el puesto hacia donde irán
dirigidos todos los palos, sino que estar en el punto de mira, es una señal de
que se lo está haciendo bien. Esto no significa que tenga que estar en
permanente estado de alerta, aunque tampoco es una mala idea.
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