sábado, 3 de febrero de 2018

Psicodrama y Teatro Espontáneo como herramienta conceptual para el acompañamiento terapéutico de personas con enfermedad mental grave





"Todo confluía en la convicción del valor intrínseco del modelo relacional. "Hay que poner el cuerpo", fue nuestro lema. Nosotros somos el "instrumento terapéutico" por excelencia. Estábamos también yendo por un camino que recogía los frutos de las técnicas psicodramáticas. Martínez, Moccio y Pavlovsky con su integración de las teorías psicoanalíticas y psicodramáticas nos habían enriquecido en lo que significa participar activamente como terapeutas. ¿Nos alejábamos del psicoanálisis al abandonar la abstinencia como regla básica o abríamos nuevas puertas?. Nosotros apostamos por esta segunda posibilidad y ahora en 1991, recogemos los frutos de aquellos años de maravillosa creatividad colectiva". Eduardo Kalina, (1984).

"El acompañante terapéutico, al trabajar en un nivel dramático-vivencial, no interpretativo, muestra al paciente, in situ, modos diferentes de actuar y reaccionar frente a las vicisitudes de la vida cotidiana.".  S. Kuras y S. Resnisky,(1984).

“El verdadero símbolo del teatro terapéutico es el hogar privado” J.L. Moreno, (1993).

Introducción

Los dispositivos de atención socio comunitaria prosperan hoy en día bajo el efecto del crack producido por la implementación política y legal del cierre de los grandes hospitales psiquiátricos a partir de los años ´50. A partir de los años 60 comienza a tenerse noticia de diferentes experiencias en las que los profesionales intervienen en las casas y domicilios de los pacientes, traspasando los límites de la consulta y el hospital.



Surgen en este marco los primeros equipos de Acompañamiento Terapéutico (a partir de ahora AT) sobre las bases teóricas que se disponían en ese momento: psicoanálisis, sistémica, psicología social, a la vez que se relegan otras como la teoría de grupos y el psicodrama.



A modo de introducción de nuestro planteamiento, vale decir que la influencia de esta última, el psicodrama, en la constitución del AT nunca ha sido reconocida suficientemente por los autores emblemáticos de esta disciplina, a pesar de que las alusiones son claras desde los primeros textos.
El primer libro de Acompañamiento Terapéutico que data de 1984, escrito como todos saben por Susana Kuras y Silvia Resnisky, contiene varias referencias que acercan a Jacov Levy Moreno, creador del psicodrama, a los fundamentos del AT. Partiendo por la apuesta que hacen las autoras por una metodología centrada en lo vincular, en el que se ejerce un trabajo "dramático-vivencial", y donde una función fundamental es la de hacer de “yo auxiliar” del paciente, función psicodramática por excelencia, en tanto que ayuda a sostener la escena del otro y que enlaza con la definición de yo auxiliar del mismo Moreno, en el que al igual que el acompañante, el yo auxiliar cumple una función como actor, como terapeuta y como investigador social (Moreno, 1993).



Volveremos sobre estas cuestiones, pero conviene decir que se calcula que actualmente hay más de 15000 acompañantes terapéuticos (a partir de ahora at) trabajando en Argentina, Brasil, Uruguay, México y España, donde además, en alguno de estos países el acompañamiento ha alcanzado una cualificación profesional universitaria (especialización de postgrado, diplomatura o tecnicatura dependiendo del lugar), con lo cual volver a introducir en la formación de acompañantes terapéutico una metodología de aprendizaje mediante la acción para la acción, no es una propuesta que deba dejarse de lado.



En España el pistoletazo de salida lo da la promulgación de la Ley 14/1986, del 25 de abril, que en su capítulo III “De la salud mental”, artículo 20, punto 1, establece que “La atención a los problemas de salud mental de la población se realizará en el ámbito comunitario, potenciando los recursos asistenciales a nivel ambulatorio y los sistemas de hospitalización parcial y atención a domicilio, que reduzcan al máximo posible la necesidad de hospitalización”. Esta "prescripción legal" da lugar a la creación de equipos multidisciplinares públicos que van a intervenir en la comunidad con una mayor o menor especialización, ocupando el campo que en otros países ocupa el Acompañamiento Terapéutico. Así es que los más institucionalizados hoy por hoy, son los Equipos de Tratamiento Asertivo Comunitario (se calcula que hay aproximadamente unos 33 equipos funcionando en España según datos del 2012) y los Equipos de Apoyo Social Comunitario (hay 38 sólo en la Comunidad de Madrid), estos últimos son tributarios del acompañamiento terapéutico entre otros fundamentos teóricos y metodológicos.



Desde 1980 tenemos información de equipos de acompañamiento terapéutico funcionando “clandestinamente” en Barcelona y Madrid, en España ha tenido diferentes niveles de legitimación y la implantación de este dispositivo, ha prosperado fundamentalmente en la clínica privada y ha ido aumentando su incorporación en tratamientos de manera paulatina.



Regreso a la formación vivencial

Desde hace cuatro años estamos trabajando en la revisión de  las teorías de Moreno sobre la base de que nos puede ayudar a dar luz sobre cuestiones muy específicas de la práctica del AT. Hemos trabajado, analizado casos, supervisado y formado acompañantes, en la confluencia teórica del Acompañamiento Terapéutico y el Teatro Espontáneo, recuperando desde los fundamentos, conceptos de gran poder explicativo que permiten poner en acto la teoría del acompañamiento terapéutico. De esta forma nuestra práctica se nutre de conceptos como protagonista, yo auxiliar, actor y personaje; espontaneidad trabajada, intervención escénica, rol, y grupo diádico, y centramos la formación en el entrenamiento de la espontaneidad, y la construcción y supervisión de escenas.



Consideramos la estructura básica del acompañamiento como un grupo (el equipo o sistema terapéutico) que acompaña a otro grupo (el sistema familiar), cuya relación se despliega en torno a escenas, entendidas como sistemas, en el que la función del acompañante es sostener estas escenas y evitar que estas se enquisten, es decir, evitar quedar atrapado en círculos viciosos patológicos que inhiban su espontaneidad y capacidad de acción. Para intervenir en estos sistemas el at dispone de dos recursos fundamentales: su experiencia o formación técnica y su espontaneidad o disposición personal (de aquí la importancia de una formación vivencial centrada en la acción para la acción).



El equipo de acompañantes además de la coordinación y la supervisión de casos, supervisa las escenas en las que se ve envuelto. Con la ayuda de su equipo los acompañantes representan las situaciones conflictivas obteniendo información para sí mismo y para los compañeros, a la vez que une al grupo, en tanto los miembros del mismo son co-creadores de las escenas en las que participan.



De esta manera los acompañantes aprenden a leer cada situación en términos de escena, a la vez que entrena su espontaneidad y creatividad, mediante técnicas activas (escultura, dibujo, roleplaying, multiplicación dramática, etc.), se ensayan resoluciones reales o poéticas. El at, en tanto yo auxiliar brinda soporte a la escena desde una espontaneidad trabajada (A. Chévez, 2012), posibilitando el acto subjetivo y espontáneo del acompañado. La espontaneidad debe ser el mecanismo que permita la transformación creativa de un equipo (tanto de estilo como de composición de ser necesario) frente a un paciente que en tanto cambia deja de ser el que era.



Parafraseando a Moreno podemos decir que un equipo espontáneo es aquel que puede actuar de forma adecuada ante un paciente nuevo (o que ha cambiado de posición subjetiva) o que puede actuar de forma creativa ante un paciente "conocido".



Moreno, el acompañamiento terapéutico y el psicodrama



Son muchos los puntos de encuentro entre la obra de moreno y el acompañamiento terapéutico, en primer lugar él se plantea un teatro fuera de las salas tradicionales, que comienza en la calle, trabajando con niños y prostitutas. Un teatro sin guiones predefinidos ni pautas a priori, sino un teatro que se haga en acto, a partir de la espontaneidad y la creatividad de los actores y el público, finalmente un teatro que rompa el esquema tradicional actores/públicos, en donde la escena es una co-creación entre ambos, en donde al igual que en el acompañamiento terapéutico sea la situación in situ la que guíe la escena, en donde el público sea protagonista y el actor un yo-auxiliar que acompaña la historia y ayuda que la escena sigua fluyendo.



Ya por el año ´30 Jacob Levy Moreno diferenciaba un tipo de intervención que denominaba “existencial” y que consistía en el trabajo in situ con el paciente, en los domicilios, en la calle, en la comunidad y con la   comunidad, diferenciándolo de un trabajo de “laboratorio” que se llevaría a cabo en la consulta. Este principio de la acción comunitaria como propuesta metodológica, representa uno de las principales innovaciones de su trabajo, y lo ubica como antecedente de los posteriores movimientos de desinstitucionalización psiquiátrica y de intervención comunitaria. Su afán por romper lo instituido, las conservas sociales lo llevan evidentemente des-teatralizar el teatro,  y en el campo de la salud mental a des-psiquiatrizar la psiquiatría.



Este enfoque revolucionario lo ha puesto tan cerca como lejos del psicoanálisis, en tanto ambas teorías forman parte, a mi entender, de una misma revolución (aquella que ubica al yo en la periferia del lugar donde se cuecen habas) aunque por veredas diferentes.



En conclusión el Psicodrama comparte con el Acompañamiento Terapéutico el mismo lenguaje, el de la acción, a la vez que le aporta un enfoque terapéutico relacional, que utiliza como fuerzas transformadoras la espontaneidad y la creatividad, y cuyo principal instrumento es la capacidad expresiva del cuerpo y la palabra del acompañante, en tanto se desempeña como actor en una escena.



Solo la ceguera mentalista que ha convertido al acompañante  terapéutico en un intelectual de segunda sería capaz de no apreciar este feliz encuentro.



El uso de conceptos Morenianos en Acompañamiento Terapéutico

El concepto fundamental para comprender el aporte moreniano es, sin duda el de espontaneidad, junto con ella tenemos los componentes que constituyen una escena: protagonista, yo auxiliar, el director y el escenario.



La Espontaneidad, es el motor primigenio de la producción creativa y un sinónimo de salud; “es una disposición del sujeto a responder tal como es requerido […] una preparación del sujeto para la acción libre” (Moreno, 1993). Moreno entiende la creatividad como un resultado del proceso subjetivante que se da en la interacción entre dos, que se relacionan con espontaneidad.



¿Cómo podemos entender la relación terapéutica in situ a partir del principio moreniano de espontaneidad?, quizás la respuesta sea que todo acto espontáneo enlaza con un otro, es decir, la espontaneidad es un acto social, en la medida que vincula a dos sujetos de forma creativa en el aquí y ahora. Cuando Moreno en "Teatro de la Espontaneidad" define espontaneidad, hace referencia que permite actuar adecuadamente ante una situación nueva o de forma creativa en una situación conocida, esto es precisamente lo que busca el acompañante, adaptarse a una situación inesperada o poder transformar una situación rutinaria de forma creativa.



La escena:

Definimos escena como un sistema. La escena se constituye en el momento concreto en el que se desenvuelve la interacción entre acompañante y paciente, en un plano temporal está conformada por una secuencia organizada en momentos que constituyen la historia del vínculo, en la que participan en un mismo momento dos o más personas in situ (protagonista, yo auxiliares, personajes, público), y otras tantas fuera del plano (director, coordinador, instituciones), que forman parte del contexto que define la escena sociohistóricamente.



Toda escena en tanto transcurre en un tiempo y espacio sociales, contiene una aspecto temporal (secuencial, diacrónico), topológico (simbólico, sincrónico), y nomológico (legal, normativo), y también un nivel manifiesto y un nivel latente, pasibles de ser dilucidados mediante el trabajo específico de la supervisión.





El protagonista

El protagonista, ocupa el centro de la escena y es por lo tanto el actor principal, quien relata y define la escena. Este lugar lo ocupa fundamentalmente el acompañado en la escena. La tarea del at, es ir "por detrás" del protagonista (como diría Pablo Población en alusión a la no directividad),  apoyando la construcción de las escenas que se van creando y cerrando a lo largo del tratamiento.



El relato del protagonista no solo refiere a sí mismo, sino que pone de manifiesto a la vez su estructura vincular interna y la estructura vincular del grupo del que forma parte en ese momento. La función protagónica debe considerarse un emergente de la escena, es portavoz de la situación que se está viviendo en ese momento, en tanto es sostenida por el grupo. 



El Yo-auxiliar

Sería la función específica del acompañante terapéutico en la escena terapéutica, Moreno también lo ha denominado actor terapéutico. El yo auxiliar va a ocupar roles secundarios que ayudan a sostener la escena, son por lo general roles ausentes que el protagonista (el acompañado) de momento no es capaz de abordar de forma manifiesta, por lo que el juego del yo-auxiliar es preparatorio y tiene la función simbólica de representar en acto, roles ausentes que aparecen en el mundo privado del paciente de forma explícita o implícita. Se trata de representar solo los papeles que se le presentan de la forma más ajustada posible al encuadre, pero sin darle un cierre de sentido a través de la interpretación. Dice Moreno “el yo auxiliar tiene tres funciones: a) la de actor, representando los papeles requeridos por el mundo del sujeto; b) la de guía, un agente terapéutico, y c) la de investigador social” (Moreno, 1993) y agrega “la función del yo auxiliar consiste en hacer conversar a cada miembro de la triada”, al acompañante, al acompañado y a los roles que aparecen y se representan en la relación entre ambos y que son pertenecientes al mundo interno del acompañado.



El director

En términos de AT, es el responsable del tratamiento, que estaría representado por un profesional, el supervisor, el coordinador o por un equipo terapéutico (en función de cómo este configurado el equipo y el tratamiento). Es sobre quien recae la mayor parte de la tele terapéutica. Y agrega Moreno “el director psicodramático tiene tres funciones: a) es un productor, b) es el principal terapeuta, y c) es un analista social”, y agrega “es una especie de yo super-auxiliar” (Moreno, 1993).



El escenario

Representa el espacio donde transcurre la interacción, éste puede ser conceptualizado desde su estructura formal o desde su estructura simbólica como proyección del mundo interno del protagonista (P. Población, 1997). Desde un punto de vista material puede ser la casa del paciente, la calle, un bar, cualquier espacio público o privado, más o menos formal, por donde transcurre el acompañamiento terapéutico; ahora bien el escenario esta investido de expectativas, de situaciones potenciales que surge de la propia estructura grupal del acompañamiento y se convierte, por lo tanto, en un verdadero locus nascendi de matrices relacionales.



Finalmente tenemos el espectador, para Moreno no hay espectador en sí, “el espectador es la comunidad” (Moreno, 1993) en donde se hallaría distribuida parte de la eficacia terapéutica de todo tratamiento.



Axiomas de la intervención del acompañante terapéutico psicodramático

Definida la escena terapéutica, con su equipo, encuadre y estrategia, empezamos a trabajar y nos encontramos con los siguientes principios prácticos de intervención:



·                    El Acompañante Terapéutico es un yo auxiliar que se desempeña en una escena terapéutica, y en donde su función es permitir que la escena siga fluyendo ocupando diferentes roles de forma espontánea y creativa.

·                    El transcurso del acompañamiento terapéutico puede ser comprendido como una sucesión de escenas ordenadas por las matrices relacionales originadas entre el grupo acompañado, el grupo tratante y de la interacción entre ambos.

·                    El Acompañante Terapéutico no trabaja desde su sentido común (conserva cultural), sino desde su espontaneidad trabajada. Esta espontaneidad es entrenada mediante la formación técnica y la supervisión activa, concepto y disposición personal son los elementos fundamentales a la hora de intervenir.

·                    El territorio del acompañamiento terapéutico es el vínculo y éste se despliega siempre en escenas (en tiempo presente) en el que se ponen en juego (se actualizan en la relación) roles psicosomáticos, psicodramáticos y sociales. Tanto el yo como el vínculo surgen de estos roles. Rol entendido como aquello que no es propio ni ajeno al sujeto y que ponen en relación a un sujeto con otro).

·                    El trabajo del acompañante terapéutico se basa en la acción in situ y no en la interpretación a posteriori, por lo que cobra importancia la capacidad dramática-vivencial de los acompañantes, es decir, la posibilidad de sostener una escena desde un rol asignado por el paciente. La supervisión le permite al equipo a modo de hipótesis, dilucidar la escena que se está dando con el fin para poder habitarla, sostenerla y transformarla.

·                    Desde un punto de vista técnico, el juego de roles es una estrategia fundamental en la intervención. Desatascar roles sedimentados, experimentar nuevas formas de relación a través de experiencias constructivas, son la base del trabajo del día a día con los acompañados.



Lugares de encuentro



En síntesis, el planteamiento que hacemos es, mediante una relectura de la obra de Moreno, redescubrir el encuentro más que oportuno entre sus teorías del rol, la espontaneidad y el momento (basado en la acción) y el acompañamiento terapéutico. Se plantea la figura del yo auxiliar como la función específica que realiza el acompañante, en tanto actor que dinamiza una escena terapéutica que se da en la calle y en lo cotidiano. Una obra co producida en acto con el protagonista, el acompañado, y los demás personajes que intervienen en el sistema.



Planteamos el encuentro entre dos grupos, uno representante del sistema terapéutico y el otro, del sistema “paciente” (paciente, familia, amigos, etc…), planteamos el acompañamiento como un grupo que acompaña a otro grupo, en donde ambos sistemas se transforman por el contacto mutuo.



La función del sistema terapéutico es aportar espontaneidad y romper las pautas rígidas patológicas del sistema “paciente” (utilizamos el término paciente a falta de uno que denote mejor el rol activo que tiene en este escenario).



También planteamos la necesidad de una formación que recupere el aprendizaje a través de la acción., el psicodrama y el teatro espontáneo son nuevamente idóneos para este trabajo.



Por ejemplo, la supervisión activa de escenas, mediante técnicas psicodramáticas, incluyen la representación de escenas cotidianas  y aportan información acerca de las dinámicas que produce el propio equipo en el paciente y que explican muchas de las situaciones que se generan durante el acompañamiento. Además, la narración resultante de las dramatizaciones trabajadas por el equipo suelen ser más productivas que cuando el caso es solamente narrado. Es por ello que recomendamos que toda supervisión activa incluya un caldeamiento, la dramatización de las escenas surgidas en el equipo, el eco (o expresión emocional) y el procesamiento (análisis racional).



En equipos que trabajan en residencias o comunidades terapéuticas, puede pensarse un paso más: Talleres de Teatro Espontáneo en el que pacientes y equipo puedan interactuar desde este lugar alternativo con el fin de romper roles sedimentarios y rígidos. El efecto de estos talleres no solo produce una transformación en el estilo de intervención de los equipos sino un cambio en el vínculo entre profesionales y usuarios, fundamentalmente en lo que se refiere a las relaciones de poder que instala la institución y el “sentido común”. La aplicación del Teatro Espontáneo como intervención puede tener una función preventiva ante el furor técnico, el recetismo, la automatización y la rigidez de las intervenciones, todas ellas calificadas por Moreno, como resistencias del actor.



En conclusión, pensamos que es fundamental que además de la formación teórica y conceptual, fundamental para modelar las mentes, en los planes de formación nos atrevamos a introducir en igual medida (y no de forma marginal o supletoria) técnicas activas que permita a los acompañantes modelar los actos, y confiar en su espontaneidad trabajada actuando de forma adecuada y creativa tanto en la calle, como en los domicilios, así como en los cada vez más heterogéneos contextos donde discurre nuestra práctica a medida que crece y avanza.



Bibliografía de referencia

Ø       Chévez A. (2012). Acompañamiento Terapéutico en España. Grupo 5 :Madrid.

Ø       Garavelli M.E. (2003). Odisea en la escena. Editorial Brujas: Córdoba, Argentina.

Ø       Levinas Emmanuel (2001). Entre Nosotros. Pre-textos: Valencia

Ø       Mannoni O. (2006). La otra escena. Amorrortu editores: Buenos Aires.

Ø       Marineau, R. (1995). J.L. Moreno Su Biografía. Lumen: Buenos Aires.

Ø       Moreno J.L. (1977). El teatro de la espontaneidad. Editorial Vancu: Buenos Aires.

Ø       Moreno J.L. (1993). Psicodrama. Lumen: Buenos Aires.

Ø       Población P. (1997). Teoría del Juego en Psicoterapia. Fundamentos: Madrid.

Ø       Frank, M. y Bustos, N. (2011). Acompañamiento Terapéutico. Innovaciones den al Clínica Inscripción Institucional. Buenos Aires: Ed. Dunken.

Ø       Kuras S. y Resnizky S. (2004). Acompañantes Terapéuticos. Buenos Aires: Letra Viva.

Ø       Kuras S.y Resnizky, S. (2011). El Acompañamiento terapéutico como Dispositivo. Buenos Aires: Letra Viva.




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