Parte de este artículo forma parte del libro “Acompañamiento Terapéutico en España”, Editorial Grupo 5, Madrid, 2012 ISBN: 978-84-93872-2-0
Alejandro
Chévez. Psicólogo y psicoanalista. Asociación de Acompañamiento Terapéutico y
Teatro Espontáneo –Pasos. Supervisor y Coordinador Técnico en Grupo 5
Rehabilitación Psicosocial. Email: alejandrochevez@gmail.com
El rol: lo que se espera de uno allí donde acompaña:
"En un vigilante de insensatos es
menester buscar una contextura corporal bien proporcionada, músculos llenos de
fuerza y vigor, un continente orgulloso e intrépido cuando llegue el caso, una
voz cuyo tono de ser necesario, sea fulminante; además, el vigilante debe ser
una probidad severa, de costumbres puras, de una firmeza compatible con formas
suaves y persuasivas […] y de una docilidad absoluta a las órdenes del médico” (Esquirol, 1838).
Es conveniente, antes que todo, diferenciar el
rol de la/s función/es del acompañante terapéutico, ya que de esta confusión
provienen buena parte de las dificultades de in-definición de nuestro campo (Rossi, 2011). En primer lugar, el
rol representa un determinado tipo de actor (el acompañante terapéutico) en un contexto determinado (el ámbito clínico y sociocomunitario),
lo cual establece una determinada expectativa social acerca de lo que se puede
esperar de ese actor. Berger y Luckmann establecen que un rol “es un correlato de
la institucionalización del comportamiento” (“serie de acciones y tareas
tipificadas por tipos de actores”), “representa un orden institucional” y
circunscribe zonas específicas de conocimiento socialmente objetivado (Berger y
Luckmann, 2001).
En este sentido, al Acompañamiento Terapéutico
corresponden una serie de acciones y tareas tipificadas: acompañar, apoyar, contener, etc.; por tipos de actores: los acompañantes terapéuticos; y un campo de
saber específico que lo enmarca y fundamenta: el saber en torno al vinculo en lo cotidiano, y por supuesto el
marco conceptual desde donde se sostiene su intervención: el psicoanálisis, la psicología sistémica y la psicología social.
Definir el rol del acompañante terapéutico
lejos de poner en riesgo la singularidad
de lo que se juega en un acompañamiento, asienta un nexo institucional de
comportamiento que permite delimitar socialmente,
entre lo que es y lo que no es Acompañamiento Terapéutico.
No es lo mismo la tarea por la que el
acompañante terapéutico es convocado (rol), que las coordenadas que guían y
determinan la ejecución singular de la tarea (función).
Si bien en sus inicios esta indefinición, este dejarse ubicar por las demandas institucionales, públicas y
privadas, facilitó el crecimiento y la expansión del Acompañamiento Terapéutico
en Latinoamérica, permitiéndole integrarse en espacios muy heterogéneos como el
ámbito sanitario, social o judicial, en España, por el contrario, el campo del
acompañamiento es compartido por otras profesiones con mayor historia y soporte
institucional que nuestra actividad. Con lo cual, la necesidad de
diferenciarnos de otros enfoques e inscribirnos institucionalmente en el
contexto español cobra especial interés.
Desde el punto de vista del rol, se espera que
un acompañante terapéutico siempre priorice entre sus objetivos: la construcción de un vínculo positivo y de
confianza en el marco de una metodología de lo cotidiano sobre otros
objetivos (como higiene, traslados, habilidades de la vida cotidiana, etc.) entendiendo que lo primero es el camino para
llegar a lo segundo. Según Rossi (2011) el trabajo inicial debe estar encaminado “hacia el establecimiento de alguna confianza en el vínculo, desde la
actitud de cautela y la disposición del acompañante hacia el diálogo”.
Podría pensarse que esta jerarquización de las prioridades, a la hora de la intervención,
varía cuando el rol del acompañante terapéutico se desarrolla en otros ámbitos
como en el ámbito escolar o de la discapacidad intelectual, dado que el
elemento educativo cobra en estos casos especial interés. Perola práctica
demuestra que esto no es así, como demuestran estas dos elocuentes experiencias
de acompañantes en el campo de la discapacidad:
Acompañar
a un joven con deficiencia mental es caminar a su lado ofreciendo una ayuda
especializada… Pero sobre todo es un acto de amor que le permite el
crecimiento… respetando sus limitaciones, potenciando sus capacidades. (Guzmán, 2002)
El
Acompañamiento Terapéutico, aunque mayoritariamente ha sido dentro de la escuela,
también ha sido fuera de ésta, me he ido
con él de campamento, he hecho AT en su casa, nos hemos ido a lugares
recreativos. Todas estas salidas ayudaron sobre todo a fortalecer el vínculo conmigo, a poder trabajar
también con aquellos elementos que pertenecen
a su día a día, como es su casa. (Mirón, 2010).
El “Código
de Ética de Acompañante Terapéutico”, elaborado por el equipo de María Laura Frank y Nilda Graciela
Bustos (Frank y Bustos, 2011),
es otro apoyo a la configuración del rol, normas de conducta y principios
éticos con una apoyatura legal que orientan al acompañante para el buen
desempeño de su labor, estableciendo sus derechos y deberes.
En cuanto a sus objetivos generales es
importante destacar que son aplicables, por su similitud, aquellos que son
propios de otros dispositivos de intervención
sociocomunitaria, demostrando su pertenencia a este ámbito de intervención.
Véase por ejemplo los Equipos de Apoyo Social Comunitarios de la Comunidad de
Madrid, perteneciente al ámbito de la rehabilitación psicosocial, cuyos
objetivos son los siguientes:
-
Apoyar al
mantenimiento en el propio domicilio o en el entorno socio comunitario y
familiar en las mejores condiciones posibles.
-
Mejorar la
situación y calidad de vida de los usuarios
-
Evitar situaciones de marginalización y abandono.
-
Apoyar a las
familias.
-
Ofrecer
acompañamiento y apoyo para mejorar la vinculación con los servicios de salud
mental y de servicios sociales. (A. Rodríguez,
2005).
Si bien es
cierto que estos objetivos no contemplan la función auxiliar del acompañamiento
en cuanto al tratamiento, son aplicables en tanto se tenga en cuenta esta
característica como algo tácito e intrínseco al Acompañamiento Terapéutico. El planteo según el cual “El rol del
At implica una ardua tarea teórica, que se va a materializar en la práctica
individual de cada Acompañante en relación al acompañado” (Goyeneche y Piccini,
2011) es correcto dado que el rol se materializa en la práctica individual y
por lo tanto en cada relación. Ahora bien, el principal esfuerzo, “la ardua
tarea teórica”, no está en la definición del rol, sino en el trabajo de
dilucidación de las funciones que
ocupa el acompañante en relación a los actores significativos dentro del
tratamiento (acompañado, familia, equipo, terapeuta).
La
definición del rol, en tanto tarjeta de presentación del dispositivo, debe ser
clara, genérica y fácilmente comprensible para el entorno en donde el
dispositivo pretende insertarse. Desde esta perspectiva, en sentido general, en
la mayoría de los casos el rol del acompañante terapéutico se asocia a la tarea
de proveer “una adaptación ambiental” (Duarte, 2005), un acomodamiento al mundo
del acompañado a modo de una “una red artificial temporal” similar a lo que
Erickson define como “sistema sustitutorio por tiempo limitado” (Erickson en
Haley, 1994) “red artificial sustitutiva provisoria”, que de soporte y apoyo, y abra posibilidades
al crecimiento de la persona y su entorno.
He intentado definir un rol a partir de los
elementos técnicos constitutivos de esta disciplina, con el fin de disponer de
instrumentos conceptuales que nos permitan diferenciar el Acompañamiento
Terapéutico de otras disciplinas con las
que comparte el campo, sin tener que realizar una larga enumeración de todo lo
que no es, como hacíamos hace diez
años. Es evidente que este trabajo recién comienza, y así como Argentina y
Brasil se encuentran en un momento de legitimación oficial e inclusión en la
red pública asistencial, en España aún tenemos un largo camino por delante.
5 comentarios:
Excelente artículo Alejandro. Muy útil para la tarea, cada vez más solicitada, de difusión del AT en España. Totalmente de acuerdo, siempre hemos ido definiendo el At por lo que no es, y se hace necesaria una mayor cocreción para resaltar su especificidad frene a otros profesionales,, como bien dices, de objetivos similares y de largo recorrido en España. Un ab
Un abrazo
Un abrazo
Excelente artículo Alejandro. Muy útil para la tarea, cada vez más solicitada, de difusión del AT en España. Totalmente de acuerdo, siempre hemos ido definiendo el At por lo que no es, y se hace necesaria una mayor cocreción para resaltar su especificidad frene a otros profesionales,, como bien dices, de objetivos similares y de largo recorrido en España. Un ab
Gracias Marisa por tu comentario, un abrazo!
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