domingo, 7 de febrero de 2010

¿Acompañamiento terapéutico: dispositivo o disciplina?

(Extracto de la conferenia dada en la Clinica San Miguel, febrero de 2009, Madrid).

Responder a esta pregunta en la actualidad de diferenciar dos líneas que, si bien son convergentes conceptualmente son contradictorias en su puesta en acto.



La evolución del acompañamiento terapéutico, hoy de difusión internacional ha llevado al intento de agrupar la metodología del acompañamiento terapéutico en una disciplina, y a través de esta síntesis conseguir la legitimación legal dentro del espectro disciplinario de las profesiones de la salud.



Este desarrollo institucional fundamentado más en su crecimiento práctico que en su desarrollo conceptual nos obliga a diferencias dos tipos de acompañamiento terapéutico, el acompañamiento terapéutico dispositivo, asimilable por cualquier disciplina de la salud y el acompañamiento terapéutico como disciplina.


Acompañamiento como disciplina

Legitimada en varios países desde el ámbito institucional (hospitales estatales) y académico (universidades estatales), el acompañamiento terapéutico podría definirse de forma amplia como un servicio de baja exigencia, no directivo que desde una perspectiva clínica y socio-comunitaria brinda atención y apoyo a familiares y usuarios ambulatorios, o con internación domiciliaria, en espacios públicos o en el domicilio del usuario en clave de acompañamientos individuales y grupales, promoviendo la participación y la autonomía del usuario en la toma de decisiones acerca de su tratamiento, sea éste en el ámbito de la prevención, la asistencia o la reinserción.


El acompañamiento terapéutico como disciplina estaría llevado a cabo por un profesional llamado “Acompañante Terapéutico”, que ha sido formado específicamente para cumplir esta función. Buscando algún parecido de esta función en España, encontramos la figura del educador y de los monitores de ocio y tiempo libre ocupando un espacio similar, el comunitario, aunque la metodología es muy diferente. Mientras que educadores y monitores inscriben su práctica en una línea eminentemente “pedagogicista” , el acompañamiento terapéutico sigue una línea “psicoterapista” eminentemente clínica, aunque no seria extraño en un futuro pensar en acompañantes que asumieran una línea más psicoeducativa.

Acompañamiento como dispositivo

En Argentina cuando hablamos de acompañamiento terapéutico solemos referirnos a él con el concepto de dispositivo. Se habla entonces de “dispositivo de acompañamiento terapéutico”, y esto no es por casualidad. El concepto de dispositivo fue elaborado primero por Foucault y luego por Deleuze en el texto donde analiza la obra del filósofo.



Un dispositivo es el ovillo resultante de un conjunto multilineal y bi-dimensional, compuesto por curvas de visibilidad y de enunciación que a su vez se relacionan con líneas de fuerza que las atraviesan y modifican continuamente. Establece (crea) una realidad compleja y móvil, irreductible al marco de una disciplina, y resalta los aspectos de multiplicidad, actualidad, singularidad, continuidad y discreción que caracterizan al acompañamiento terapéutico, como dice Foucault un dispositivo es una “máquina para hacer ver y para hacer hablar” .


Pero ¿qué es lo que se ve y a quien hace hablar el acompañamiento terapéutico?. En primer lugar aparecen las relaciones de poder en juego entre el paciente y su contexto. En segundo se hace visible la soledad de la repetición en la enfermedad mental y las dificultades de su estandarización. En tercer lugar se observa el efecto dañino del discurso de la urgencia cuando recae en los pacientes.

De aquí se desprenden varias conclusiones:

- El acompañamiento terapéutico no es algo que se es (acompañante terapéutico), sino algo que se hace entre dos.

- El acompañamiento como dispositivo no se reduce a una sola disciplina.

- Requiere un contacto regular e individual con el paciente.

- El acompañante terapéutico es una barrera ante el discurso de la urgencia e instaura el tiempo de la espera.

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