sábado, 12 de noviembre de 2016

Importancia de lo grupal en Acompañamiento Terapéutico



 Resultado de imagen de acompañantes terapeuticos y pacientes psicoticos

*Fragmento de un artículo enviado a la Revista Antípodas.

Hace poco (10/2015), gracias a la enorme generosidad de Susana Kuras, llegó a mis manos por fin, una copia de la primera edición del primer libro escrito sobre Acompañamiento Terapéutico: “Acompañantes Terapéuticos y pacientes psicóticos” (Kuras y Resnizky, 1985), libro que sin lugar a dudas constituye la matriz de nuestra práctica, ya que no hay publicación posterior que no remita de alguna manera a este texto (haya sido leído por el autor o no). Este pequeño  libro premonitorio, en sus apenas 111 páginas, establece el marco de todo lo que pudo ser escrito hasta hoy en día sobre acompañamiento terapéutico, y es un desafío obligatorio para todos los que trabajamos, estudiamos e investigamos en este campo, intentar ir un poco más allá, decir algo nuevo.

Con respecto a la relación entre la Teoría de Grupos y el origen del acompañamiento terapéutico, el propio Eduardo Kalina, me contó que en aquellas épocas el estudio de lo grupal era una referencia obligada. En su introducción al libro antes citado relata:
 "Todo confluía en la convicción del valor intrínseco del modelo relacional. "Hay que poner el cuerpo", fue nuestro lema. Nosotros somos el "instrumento terapéutico" por excelencia. Estábamos también yendo por un camino que recogía los frutos de las técnicas psicodramáticas. Martínez, Moccio y Pavlovsky con su integración de las teorías psicoanalíticas y psicodramáticas nos habían enriquecido en lo que significa participar activamente como terapeutas. ¿Nos alejábamos del psicoanálisis al abandonar la abstinencia como regla básica o abríamos nuevas puertas?. Nosotros apostamos por esta segunda posibilidad y ahora en 1991, recogemos los frutos de aquellos años de maravillosa creatividad colectiva". Kuras y Resnizky, 1985

Y en el mismo libro no hay que esperar mucho para hallar otras referencias acerca de lo grupal. En la página 21 ya nos encontramos con la siguiente perla: “el enfermo mental es la encarnación de la enfermedad de un grupo”, para continuar remarcando que la familia es una extensión del grupo social.

Pienso que así como las atractivas luces brillantes del Psicoanálisis le amargaron la existencia a Jacobo Levy Moreno (creador del psicodrama, el teatro espntáneo y la sociometría), algo así pasó en el Acompañamiento Terapéutico. Esto explicaría porque pareciera que el sino de todo acompañante es convertirse en psicoanalista (como ha sucedido con los grandes referentes de este campo) o al menos imitar los clichés que rodean este rol, y muy pocos se jactan de ser buenos actores, de poder asumir diferentes roles de forma creativa o de su espontaneidad trabajada.


Yo les remitiría a la frase que un despechado Jacobo Levy Moreno, le espeta a un ya mayor Freud, en una de sus célebres conferencias introductorias al Psicoanálisis. Moreno le dice  Yo comienzo donde usted termina, doctor Freud. Usted se reúne con personas en el espacio artificial de su oficina; yo las busco en la calle y en el hogar, en sus circunstancias naturales. Usted analiza sus sueños. Yo intento infundirles el valor de volver a soñar. Les enseño a jugar a ser Dios” (Moreno, 1993). Enseñar a jugar a ser un creador, decirme si no es este el verdadero sino del acompañante terapéutico.

En el último Congreso Internacional de Acompañamiento Terapéutico (Córdoba, Argentina, 2015) ya denunciábamos el olvido al que había sido sometida la Teoría de Grupos en la construcción teórica del acompañamiento terapéutico, denuncia que estaba alimentada por nuestra experiencia como formadores y supervisores de acompañantes (y en la de nuestros colegas argentinos y brasileros). Nos encontramos en los talleres, acompañantes con una enorme capacidad reflexiva y critica, pero con una gran inhibición para exhibir su trabajo por medio de dramatizaciones grupales (mal llamadas roleplayings), y vimos también la liberación casi catártica que les produjo disponer de un espacio para representar los casos de una forma alternativa, seria y metódica.  Es por ello que concluimos que es importante el regreso de la acción a la formación de acompañantes terapéuticos, para devolverles a los profesionales la posibilidad de trasmitir su experiencia a través de la acción y la representación.

En concordancia y coherencia con esta afirmación, decidimos hace algunos años en nuestro equipo, comenzar a implementar en la formación el trabajo experiencial, interpretando la formación como un recorrido experiencial grupal que va desde la transformación personal a la profesional, y para los acompañantes del equipo incorporamos la supervisión activa, basada en técnicas de Psicodrama y Teatro Espontáneo. En la actualidad trabajamos en una metodología que permita unir la supervisión tradicional, basada en el análisis de casos, y la supervisión activa, basada en la representación de escenas, para que ocupen un mismo espacio, y seguimos trabajando en las posibilidades metodológicas que nos brinda considerar la relación de acompañamiento terapéutico como un sistema grupal, que incluye las escenas y personajes internos del paciente y el acompañante, los externos, y las injerencias institucionales y políticas del entorno. Un grupo que acompaña a otro grupo.

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