Parte 7
Consideramos el trabajo rehabilitador como un trabajo de aprendizaje que sigue
dos direcciones: una la del trabajo sobre las habilidades, las competencias y
los recursos del sujeto, en la cotidianeidad de la vida comunitaria; otra
aquella del trabajo sobre el mundo interno, para desarrollar la
atribución de sentido y la comprensión por parte del sujeto de lo que sucede.
En primer lugar queríamos señalar tres cuestiones sobre el
aprendizaje en el trabajo rehabilitador:
Las conductas en el área del mundo externo son efectos de la
enfermedad pero a su vez son causa de nuevos fracasos y del agravamiento del
funcionamiento psicótico. Se tratará entonces también de ir ayudando a
modificar la continúa espiral de desocialización y fracaso, teniendo en cuenta
que no todos los aprendizajes pasan por la concienciación o insight, que puede
haber aprendizaje aunque no se tenga la formulación intelectual del mismo como
nos recordaba Bleger.
El paso por los diversos grupos permitirá a los participantes estructurar
de modo más sano el tiempo y actuar como contenedor de las ansiedades del
paciente, sacándolos de su mundo autístico y participando más de la realidad.
Utilizar constructivamente las energías de los pacientes dirigiéndolas hacia
objetivos útiles y concretos favorecerá el incremento de la
autoestima, disminuyendo la necesidad de la utilización de los mecanismos de
defensa psicóticos.
El aprendizaje de pautas y normas grupales no debe plantear exigencias que
desborden las posibilidades de los pacientes, si bien deben tender a reproducir
las circunstancias que configuran las situaciones de la vida cotidiana.
Recogiendo aquí las ya clásicas investigaciones de Ciompi y otros sobre la
importancia de las pocas expectativas, así como de las expectativas excesivas
(sobreestimulación de Wing) en los procesos de rehabilitación, planteamos que
la "dosificación de expectativas" en el aprendizaje, se hará en
función de la discriminación (siempre influida por lo emocional) que haga el
equipo de las necesidades, capacidades y handicaps del paciente. Será necesario
siempre que se plantee una intervención tener presente el ritmo en
los pacientes psicóticos.
Para que la rehabilitación sea posible es necesario que el aprendizaje de
normas vaya acompañado de un incremento en la integración psíquica (coherencia,
afectos, deseos), solo posible si estamos atentos a las vivencias que acompañan
dicho aprendizaje. Sin estas modificaciones, como dicen Mariani y
Tonicchi,"tendremos lo máximo psicóticos más eficientes, capaces de hacer
una larga secuencia de actividades adecuadas, pero probablemente sin la
capacidad de integrarlas y tenerlas juntas en un esquema de referencia
continuo".
El aprendizaje de
normas necesitará de una doble intervención:
Por un lado la actuación directa de los profesionales:
- señalando
y manteniendo los límites, ya que éste debe velar para que el espacio grupal
sea sentido como un espacio seguro, no peligroso, de modo que la tensión y la
ansiedad no desborde a los participantes.
- aportando
las funciones yoicas tan característicamente deficitarias en estos
pacientes (capacidad para postergar la descarga de impulsos, de tolerar la
frustración, de anticipar las consecuencias de las propias acciones, de
distinguir lo interno de lo externo, de aprovechar los recursos propios, sostener
relaciones duraderas en el tiempo también en presencia de elementos
conflictuales y estados emotivos ambivalentes). Dicho aporte irá disminuyendo a
lo largo del proceso de aprendizaje en tanto en cuanto el paciente pueda ir
interiorizando y reconstruyendo dichas funciones. Los profesionales solicitaran
al paciente a que pueda poner en palabras las dificultades que encuentra en
dichos aprendizajes.
Por otro a través de instaurar espacios de reflexión sobre la organización,
elaboración y discusión de las transgresiones de las normas, a este respecto
dice Foulkes: “La razón más profunda por la cual los pacientes pueden reforzar
las reacciones normales de cada uno y agotar o corregir las reacciones
neuróticas, es que colectivamente constituyen la norma de la cual
individualmente se desvían”.
Si bien este sería un primer nivel de aprendizaje, la estación en la
que se detendrían algunos pacientes, mientras que para otros solo es un paso
para ir adquiriendo progresivamente insight, para ir relacionando sentimientos
y actos con acontecimientos cotidianos, para relacionar vivencias y estados de
ánimo, para tomar conciencia del patrón repetitivo de su conductas, para poder
reconocer determinadas identificaciones patógenas que tienen que ver con los
problemas de su vida.
Este modelo de aprendizaje contrastaría con otros descritos por Meltzer y
que se observan en algunos dispositivos de rehabilitación, aprendizajes en los
que "la identificación resultante escoge solamente la apariencia social
adquiriendo así los atributos de una imitación descuidada en apariencia y
comportamiento", o aquellos otros, "cuyos métodos son esencialmente
los del adiestramiento de animales, palos y terrón de azúcar, y su éxito depende
de conseguir la colaboración de la voracidad, la timidez, la docilidad o la
competitividad del sujeto. Sus logros no causan una modificación profunda de la
persona sino que, más bien, decoran un personaje social con fines de adaptación
a las exigencias del medio y tienen muy poco que ver con metas últimas o
principios éticos".
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