Parte de este artículo forma parte del libro “Acompañamiento Terapéutico en España”, Editorial Grupo 5, Madrid, 2012 ISBN: 978-84-93872-2-0
Jhon Bowlby |
Enrique Pichon-Riviere |
El vínculo, del latín vínculum,
derivado de vencere, significa atar, lazo, ligadura, algo que une una
cosa a otra. Si bien el concepto llegaría a ser mundialmente reconocido gracias
la Teoría del Apego, desarrollada por
John Volví en 1979, ya en 1956 Enrique Pichón-Riviere proponía una teoría de
las relaciones interpersonales, que dio a llamar Psiquiatría del Vínculo,
integrando elementos del psicoanálisis, la psicología experimental o de la
conducta y la psicología social.
Este autor considerará la
necesidad de dar un salto del análisis intrapsíquico al psicosocial, estableciendo
que todo vínculo es siempre vínculo social, que integra lo psíquico, lo corporal,
lo grupal y lo institucional de una forma operativa, visible, controlable y por
lo tanto investigable con los métodos de la Psicología Social. Esto constituye
una verdadera revolución conceptual, dado que, desde un punto de vista
dialéctico, integra elementos de teorías muy distintas, que se integran en el
estudio dialéctico del individuo, del grupo y de la institución o sociedad.
Pichon Rivière define el
vínculo como una estructura dinámica
y plural, dinámica en tanto que
siempre está en movimiento y transformación; y plural en dos sentidos: por un
lado no existe un tipo de vínculo para una única persona, su presentación
siempre es mixta e integra diferentes tipos de vínculo al mismo tiempo, y en
segundo lugar, cada vínculo está compuesto a su vez por un vínculo interno o relación de objeto (donde los objetos internos
son pensamientos, afectos, fantasías, etc.) y un vínculo externo o conductual (asociado a comportamientos,
relaciones sociales, grupales, familiares, institucionales, roles sociales, etc.)
observables.
En síntesis, el vínculo
es “una relación particular con un objeto; de esta relación particular resulta
una conducta que tiende a repetirse automáticamente, tanto en la relación
interna como en la relación externa con el objeto” (Pichón Rivière, 1985).
Para el Acompañamiento
Terapéutico la noción de vínculo constituye un elemento fundacional de su
práctica, ya que constituye su territorio.
El acompañante terapéutico se distingue de otros enfoques por ubicar al vínculo
en el centro de su intervención, priorizando este objetivo sobre cualquier
otro.
Desde esta perspectiva, la enfermedad es lo primero que afecta es el
vínculo. Partiendo de la base de que no hay un único tipo de vínculo,
sino que siempre se presentan de forma mixta (incluyendo un vínculo normal con
varios patológicos), podemos considerar un vínculo normal: aquel que establece
una relación
diferenciada entre sujeto y objeto, con una cierta autonomía, y que a nivel
externo establece una clara comunicación entre ambos, construyendo una
estructura flexible y adaptativa, que se deje transformar dialécticamente por
los cambios del entorno dando lugar a un aprendizaje continuo.
Veamos ahora algunos
vínculos patológicos propuestos por el autor:
El vínculo paranoico se
caracteriza por la reivindicación que el sujeto experimenta con lo demás. El
vínculo depresivo se caracteriza por estar permanentemente teñido de culpa y
expiación, en tanto que el vínculo obsesivo se relaciona con el control y el
orden. El vínculo hipocondríaco es el que es sujeto establece con los otros a
través de su cuerpo, la salud y la queja. El vínculo histérico es el de la
representación siendo su característica principal la plasticidad y la
dramaticidad. Detrás de la representación se expresa una fantasía actuando por
debajo (Pichón Rivière, 1985).
Si bien Bowlby coincide
con Pichon-Rivière en considerar al vínculo como una condición fundamental para
la supervivencia y el desarrollo humano, son mayores las diferencias, desde mi
punto de vista. Las dos principales son:
- En
primer lugar, Pichon-Rivière considera el vínculo en sí mismo, como su
objeto de estudio, una estructura compleja que constituye la “unidad
básica” de todas las relaciones interpersonales, estudia sus principios
generales y su funcionamiento. Bowlby en cambio trabaja sobre un tipo
específico de vínculo, el apego,
al que define como un tipo de vinculación afectiva intensa, duradera, de
carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas, por
medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es la
búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto
proporciona seguridad, consuelo y protección. (Bowlby, 1985).
- En
segundo Pichón-Rivière lo que busca es un objeto de estudio aprehensible
por las ciencias sociales, que cree un esquema referencial que sea
manejable operacionalmente con el fin de explicar el comportamiento humano
normal y patológico de una forma abarcativa, operativa y dialéctica, y que
evite caer en las antinomias clásicas, en esquemas rígidos y dogmatismos. Bowlby
en cambio se interesa por un exhaustivo estudio del apego, su importancia, su producción, sus características y
sus consecuencias para el desarrollo del niño y los posteriores efectos en
los adultos.
Para el Acompañamiento Terapéutico
es tan importante el vínculo como el apego, este último muy trabajado en el
campo del acompañamiento a niños y ancianos. Es tan importante determinar la
cualidad de los vínculos en juego en un acompañamiento (vínculo positivo,
negativo, paternal, maternal, fraterno, filiar, etc.) como su intensidad (en
los casos de enamoramiento, desafío, agresividad, etc.), de manera que se pueda
determinar las posibilidades que brinda la relación entre el acompañado y el
equipo.
Además del vínculo
individual, actúan sobre la relación entre acompañante y acompañado, los
vínculos que establece el sujeto con las instituciones y algo mas abstracto con
ideas o creencias (libertad, inmigración, psiquiatría, etc.). Como veremos más
adelante cuando tratemos la cuestión de las intervenciones
desde el encuadre, habrá ocasiones en las que convenga potenciar un vínculo
uniforme entre acompañado y equipo o vinculo institucional, mientras que en
otros será necesario trabajar sobre un vínculo
distribuido entre cada uno de los acompañantes, en este caso habrá que
estudiar en su conjunto las relaciones que el acompañado establece y consignar
los distintos tipos de conducta que manifiesta con cada uno de los miembros del
equipo, con el fin de obtener un cuadro clínico global.
Por ejemplo, en caso de
enamoramiento o la aparición de ideas paranoides en torno al un acompañante, no
conviene retirarlo del equipo sin antes analizar su función en el conjunto de
la intervención del equipo. Muchas veces ese acompañante, que sin duda le toca
el trabajo más difícil, tiene una función de chivo expiatorio que permite que
las demás relaciones con el acompañado se desarrollen. En este sentido un vínculo
negativo no necesariamente es perjudicial para es acompañamiento.
Por lo tanto, es habitual
y esperable, que a algún acompañante le toque este tipo vínculos negativos
(perseguidores, amenazantes, autoritarios) y a otros acompañantes vínculos
positivos (filiares, fraternos, amorosos). Es conveniente tener en cuenta que los
elegidos por esta especie de casting inconsciente
son generalmente personas que tienen características facilitadoras para este
tipo de identificaciones, con lo cual no son intercambiables, es tarea del
acompañante sostener el papel que le ha tocado.
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