viernes, 2 de agosto de 2013

Apuntes VIII: Parte 2. Antonio Tarí: Notas sobre el trabajo grupal en los dispositivos de rehabilitación. Antonio Tarí

Parte 2




En la exposición dejo de lado aspectos fundamentales de este acontecer institucional, como por ejemplo el trabajo con las familias, las relaciones intraequipo asistencial, la función de la terapia de grupo en estos dispositivos intermedios. Me centraré en algunas características de la relación que pacientes y profesionales mantienen en las distintas situaciones grupales en el dispositivo.

¿Cuál es el grado de responsabilidad que tiene el paciente con la tarea de curación?

 En relación con el paciente: es difícil representarse un paciente que exprese la necesidad subjetiva de rehabilitación; más bien se produce lo contrario, es decir, un paciente objeto de intervenciones. Ya en el encuentro inicial con estos pacientes aparecerán tres aspectos de su conducta característicos: Regresión, mecanismos de negación y omnipotencia.

En muchos casos no aparece un malestar (ego-distonía) respecto a las discapacidades sociales, que motivaría al paciente a volver a ocuparse de la higiene, del cuidado personal, del trabajo, de las relaciones amistosas y afectivas, en suma de las actividades cotidianas.

Pichón plantea que los motivos de la resistencia al cambio siempre son los miedos a la pérdida y el miedo al ataque y que estos son interactuantes. Sabemos que aquellas personas que sufren trastornos graves, que han necesitado tratamientos farmacológicos, ingresos,  que han sido diagnosticadas de enfermedades importantes, tienden a pensar que reconocer cualquier malestar, dificultad, o problema les llevará a ser y a sentirse más etiquetadas, más marginadas, más minusvaloradas; de ahí los miedos frente al reconocimiento de las propias dificultades psicológicas, el temor de ser juzgadas locas si reconocen algún tipo de dificultad, de la dificultad de poder considerar que se puede tener una enfermedad sin que eso implique a toda la personalidad, que es posible compartir el sufrimiento sin sentirse necesariamente loco, experimentando el dispositivo como una ayuda y no solo como una amenaza (miedo al ataque).


Los pacientes temen por otra parte perder su rol de enfermo mental crónico, ésta es la roca con la que nos encontramos en los procesos de rehabilitación. Este rol de enfermo funciona como un mecanismo de autoprotección frente a exigencias reales y fantaseadas del mundo  exterior.

Contribuye a esta situación que el rol también es asignado y mantenido en el grupo familiar. Este miedo a perder el rol, es muchas veces hipotetizado ya que rara vez es hablado, más bien es actuado.
En estas primeras fases se vuelve importante el apoyo vincular y sostener la necesidad de cambio.

Entendemos la extrema regresión que presentan los pacientes como la necesidad de un acogimiento global, que interpreta las conductas de discapacidad como un mensaje ambivalente hacia las figuras de cuidado;  que significaría la necesidad de salir de dicho estado como la de permanecer en él. El conjunto de discapacidades es considerado como una conducta adaptativa, lo que implica un comportamiento terapéutico de respeto y cuidado hacia dicha conducta evitando el furor sanandis.

La negación es aceptada como parte de un  proceso de cambio, que se inicia con la falta de reconocimiento del comportamiento problemático y con la ausencia de la necesidad de cambiar.

Progresivamente vamos subrayando los aspectos negativos de su estilo de vida y estableciendo  objetivos graduales en el funcionamiento en las áreas importantes para la vida cotidiana  que los usuarios puedan identificar como significativos para ellos.


Procuramos que salgan a la luz los recursos que el paciente posee o conserva tratando de estimular el funcionamiento en distintas áreas pero estando atentos a las vivencias subjetivas. Se trataría de recuperar los motivos para volver a ocuparse de la higiene y el cuidado personal, de las actividades cotidianas, del trabajo de la autonomía, de las amistades, etc.

No hay comentarios: