domingo, 31 de julio de 2011

Apuntes I: A propósito de Breivik

La otra frase... “-Mató porque esta loca”[1] 12-11-2003


La locura como eximición… de la culpa.

¿Mata la locura?, ¿es la locura o el hombre el que mata?, ante un suceso tan trágico como el ocurrido en Madrid, durante abril del 2003, en el que una médico residente de la Fundación Jiménez Díaz emprendió a puñaladas contra las cinco personas que más cerca tenía, surge la necesidad mediática de explicar a la población lo sucedido, de entender, de buscar las razones que expliquen el porqué de esas muertes, como si la muerte tuviera explicación.

La invasión de explicadores televisivos, por lo general psiquiatras de renombre, logra ocupar, aún en tiempos de guerra[2], buena parte del tiempo de programas de discusión y noticieros, con el fin de calmar la incertidumbre producida en la población por el suceso.

Subrayo dos puntos centrales, entender para calmar la incertidumbre. Desde los segundos posteriores a la tragedia los comentaristas ya estaban de acuerdo en el diagnóstico: esquizofrenia paranoide. Fundamentado en tres datos proporcionados por el novio de una de la víctimas quien fue entrevistado en plena crisis: risas inmotivadas, utilizar el ordenador con la pantalla apagada, conductas anormales relacionada con la atención de sus pacientes, como por ejemplo dejar esperando dentro de su consulta al paciente durante una hora.

Quiero agregar un dato más, la doctora abría traído el cuchillo homicida desde su casa. 

Los psiquiatras la enviaron al psiquiátrico.
El juez a la cárcel.

A este punto de la formulación tenemos la misma información que los comentaristas diagnosticadores, y en este nivel podemos plantear una deferencia al respecto.

¿La mató porque estaba loca o la mato porque es una asesina?

La locura la eximiría del lugar a donde van los asesinos, la cárcel. Si la asesina fue la locura, el sujeto es eximido de culpa pues no es responsable de sus actos.

“En la Época Clásica, indigencia, pereza, vicios y locura, se mezclaban en una misma culpabilidad en el interior de la sinrazón; los locos estaban cogidos en el gran confinamiento de la miseria y el desempleo, pero todos habían sido promovidos a la vecindad de la falta, hasta la esencia de la caída. La locura se relaciona ahora como decadencia social, que confusamente aparece como causa, su modelo y su límite. Medio siglo más tarde, la enfermedad mental de convertirá en degradación”.[3]

Como dijimos en la primera parte, la culpa pertenece a la dimensión del derecho, está en línea con lo general, lo igual a todos. La responsabilidad corresponde a la ética, la encontramos entre lo singular y lo universal, en el momento del acto, en la línea del deseo, y es por lo tanto la dimensión del sujeto.

Volviendo al caso que analizamos, suponiendo que la doctora se corresponda con el diagnostico, ¿su enfermedad la exime de la responsabilidad de su acto?, creemos que no.

De lo que estamos seguros es de que el gran ausente en todos debates diagnósticos es la principal implicada, al clasificarla rápidamente y silenciarla en el encierro del manicomio, no la han dejado esta a la altura de su acto, el punto en que toda su singularidad se expresó de forma tan trágica, por no necesariamente loca o enferma.

El intento de entender lo sucedido, esconde la voluntad de cerrar la discusión, mato porque está loca, esta famélica frase es el resultado de la pretensión milenaria de racionalizar la locura. Entender implica el final del pensamiento, el momento en que la representación obtura todas las grietas, todos los intersticios por donde podía habitar el conflicto, que bien definió Heráclito como el origen del conocimiento.

El entendimiento, la respuesta diagnóstica, obturan el pensamiento y cierran la causa (de la locura). Y una vez cerrada la causa, apaciguada la angustia por lo desconocido, nos quedamos más tranquilos, mato porque estaba loca, lamentablemente nos hemos acomodado en el punto más lejano a la verdad.

¿Y cuál es la causa de la locura?, imposible de entender, si podemos atisbar en la lejanía donde esta esa causa: en el punto exacto en donde el sujeto hace acto, acto perdido para el presente, para la historia y para la razón, y por lo tanto acto fallido.  



[1] Frase pronunciada por un comentarista informativo de Cadena 3 Televisión, a razón del asesinato múltiple por parte de una residente de medicina, durante marzo del 2003, en Madrid.
[2] II Guerra contra Irak.
[3] Op Cit

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