Primera parte de la ponencia del XI Congresso Internacional de
Acompanhamiento Terapêutico
Noviembre, 2017 Sao Pablo
“En los primeros años (1908 a 1921), el psicodrama
se desarrollaba en la vida, en la calle, en los parques y en los hogares. No
teníamos entonces escenario para el psicodrama […] El problema que traté de
resolver fue como crear una forma de `drama´ que estuviese de acuerdo con el
criterio del encuentro”. Moreno “El psicodrama. Terapia de a acción y
principios de su práctica”, p.40
Concibo el Acompañamiento Terapéutico como una metodología de fundamento
relacional, centrado en la acción y el movimiento, orientado a producir un
encuentro vincular subjetivante que se mantenga en el tiempo. Se opone, por lo
tanto, a la inmovilidad solitaria del diván y a la alienación del diagnóstico.
Con fundamento relacional me refiero a que la realidad es social, el
hombre es indivisible de su entorno y éste está compuesto de relaciones, en tanto
somos el contexto de otros, no hay existente aprehensible por fuera de este
tejido relacional, por lo tanto, el individuo no existe. La unidad mínima del
hombre es el vínculo, por lo que “toda consideración que no incluya esta díada
mínima no es más que una mera especulación donde uno de los componentes de la
díada se excluye artificialmente” (D. Bustos, 1992). Ésta no es una mera
apreciación filosófica, sino que rubrica el encuentro como única posición
existencial válida en psicoterapia. La realidad es el producto de una
realización grupal, y todo acto es una realización psicodramática (psyche/vida
y drama/acto).
Por lo tanto, como premisa, las técnicas del Acompañamiento Terapéutico
irán dirigidas a crear un vínculo sano para el acompañado a través de sus actos,
esto es, la construcción activa de un contexto facilitador en el que, como
mínimo para funcionar, debe aportar una seguridad y confianza que dé lugar a un
proceso de subjetivación y diferenciación. Subjetivar es sinónimo de apropiar,
hacer propio lo que es suyo, implica una legitimación externa del mundo interno
y una legitimación interna del mundo externo, cuando esto sucede, decimos que
hay “encuentro”, vemos que el encuentro
es un fenómeno grupal.
Un vínculo sano es aquel en que
hay una comunicación abierta que da lugar a la creatividad, al aprendizaje
recíproco y al afecto positivo (E. Pichón
Rivière, 2000). Un aprendizaje recíproco implica una transformación no solo del
acompañado, sino de todo el sistema paciente-acompañante. A este sistema, lo denomino grupo diádico, y es el resultado del
encuentro del grupo tratante con el grupo familiar, un grupo que acompaña a otro grupo. Lo que desde un principio en la
historia del Acompañamiento Terapéutico se denominó “tratamiento de abordaje
múltiple” (Kuras y Resnisky, 1985), lo
múltiple representado en el equipo que se piensa como grupo: “En mi experiencia personal (dice Susana Kuras)
fue el empuje de Eduardo Kalina y su convicción de que pensar en equipo es indispensable para trabajar con pacientes muy
perturbados, es aquello que atesoro como fundante”(entrevista de
ElSigma.com 26/11/2011). Frente a un
paciente que también se piensa como emergente
grupal, “el enfermo mental es la encarnación de la enfermedad de un
grupo” (Kuras y Resnisky, 1985).
La alusión a la espontaneidad y a la creatividad no implica que cada
encuentro tenga que ser una aventura imprevisible y desbordante, muchas veces
se trata de lo contrario, de crear una rutina que sea placentera y que, poco a
poco, vaya dando lugar a nuevas experiencias vincular con el acompañante, en
donde vínculos (o clusters según la nomenclatura de Dalmiro Bustos) maternos,
paternos y fraternales puedan ser re-presentados y vividos sin la violencia que acompaña (o acompañó) los vínculos
originales, dando lugar a verdaderas experiencias
emocionales correctivas al decir del Franz Alexander. De hecho el autor lo
explica de la siguiente manera: “En todas
las formas de psicoterapia
etiológica rige el mismo
principio terapéutico
básico: re exponer
al paciente, en
circunstancias más favorables,
a situaciones emocionales que
no pudo resolver
en el pasado.
A fin de
poder recibir ayuda, aquél
debe sufrir una
experiencia emocional correctiva
adecuada para reparar
la influencia traumática de
experiencias anteriores. Es
de importancia secundaria
si ésta experiencia correctiva tiene lugar durante el tratamiento o en
la vida diaria del paciente”. Esta última indicación incluye el espacio (lo
cotidiano) donde el acompañante ejerce su función.
Se trata por lo tanto, de instalar un cotidiano sano en un cotidiano patológico,
y conviene saber que este nuevo cotidiano siempre va a ser del orden de la
transgresión con lo instituido.
En síntesis, el Acompañamiento Terapéutico al igual que el espacio
donde se desempeña, lo cotidiano del paciente, se desenvuelven en escenas en
los escenarios donde transcurre la vida, ambos son movimiento y acción,
contemplan roles y grupos e, incluyen protagonistas y actores auxiliares. Éstas
son las razones por las que me ha interesado por el psicodrama.
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