Análisis del libro "La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas a la psicoterapia"

 “La escultura y otras técnicas psicodramática aplicadas en psicoterapia”, un texto sugerente y provocativo, pero orientado claramente a devolver al lenguaje de la clínica el entramado resultante entre el texto que sucede a un nivel verbal y no verbal, “nuestra posición nace de entender que existe una narrativa corporal, una poética del movimiento o un texto del cuerpo que se escribe cuando éste se expresa con sus gestos, movimientos y posturas” (p.145), aclaran los autores, y que puede sintetizarse en la frase “nuestro texto es el texto dramático” (150) .

Esta afirmación explica la necesidad de sostenerse sobre las 145 páginas anteriores, que es lo que les ha llevado a los autores para entrar de lleno en el tema que da nombre al libro. Da la impresión de haber tenido que ir desgranando aquello que sostiene la escultura (el grupo, la acción, el movimiento), preparando la base conceptual  de la estructura donde se posará la escultura (sistema-escenas internos, proceso terapéutico y catártico), situando sus columnas principales (Moreno, teoría sistémica, relación terapeuta-paciente), y finalmente diferenciando la escultura de otras técnicas psicodramáticas: espejo, doble, inversión de roles las elementales, soliloquio muy importante y, "aparte", autopresentación, multiplicación dramática, juegos, etc.

La tesis del texto afirma que la escultura es la vía más directa para llegar a la estructura vincular, pero también representa un instrumento de investigación para aquellos que quieren ir más allá de la técnica, aportando gran información a la díada paciente-terapeuta y nuevos usos y utilidades para la terapia.

Lo que se pretende desvelar a través de la escultura es “la cosa”, es decir “el esquema o modelo relacional interno que es lo resultante de la impronta que queda de un aprendizaje llevado a aprehender las pautas relacionales que denominamos sistema-escena interno” (150)

El texto de la escultura se expresa en un lenguaje dramático, analógico.

Dicen los autores, está “aun por desarrollar una semiótica del lenguaje tridimensional que aporte una sintaxis y un código”, y esto no es una cuestión secundaria ya que en la escultura el texto aparece codificado en lenguaje analógico.  La cuestión es si la digitalización de la escultura, esto es, la traducción de un lenguaje analógico a uno digital es posible. Sabemos que el paso de lo digital a lo analógico es posible mediante un codificador, como sucedió hace una década cuando la televisión pasó de analógica a digital. Los televisores que no estaban preparados requerían de un codificador que traducía la medida y la convertía en analógica. ¿Pero esto es posible a la inversa?.  El lenguaje analógico adquiere su valor por la relación entre los diferentes significantes, no tiene un valor a priori, y su valor o sentido es relacional. Como afirman los autores la semántica de la escultura tiene una doble lectura, la totalidad de la estructura en un momento dado y una lectura parcial que la componen si se las recorta del contexto. El lenguaje digital es cuantitativo, a cada señal se le adjudica un valor absoluto, por lo que el paso de un lenguaje analógico a una digital es sólo viable aceptando una pérdida de información tal, que el resultado ya no expresa el sentido del significante inicial, los autores dirán al respecto la escultura “no demuestra nada, solo muestra” (p.157). Esto nos lleva a dos conclusiones, o no es tán claro el resultado de esta “traducción analógico-digital” o el lenguaje verbal no es tan digital como pareciera. Efectivamente no hay porque homologar lenguaje verbal con lenguaje digital, admitiendo simplemente la poética subyacente a todo discurso o narración. Lacan planteaba que cada palabra enlaza el discurso con todo el lenguaje, hay una elección que da cuenta de un sujeto que se pone en juego.  La escultura mantiene su incisiva profundidad en la entidad del sujeto en tanto su expresión plástica, eminentemente no verbal de transforma (pero no se traduce) en una narración que no por verbal deja de ser metafórica, y por lo tanto analógica.

Más allá de esta cuestión, el libro me he animado a reflexionar, pensar y cuestionar lo que pienso sobre esto, el texto profundiza en la construcción de la escultura en todas sus dimensiones. Describe al detalle la forma en que la escultura se presenta y se elige como técnica en el tratamiento bipersonal, de pareja, familia y el grupal. La forma en que debe proponerse y con qué consignas, lo cual es de enorme importancia para el terapeuta principiante en estas artes como yo.

Me ha sido de gran utilidad las alternativas en las que se puede utilizar la técnica, el mimo que hay que darle al caldeamiento y las diferentes formas en que el paciente hace uso de ella, describiendo al detalle que tipos de expresión narrativa acompaña la descripción y que nos ayuda a percibir el nivel de profundidad con la que el paciente está encarando la escultura.

 

Me quedo también con algo muy simple pero fundamental para mi concepción de la técnica, “la escultura expresa relaciones”, no es lo mismo una escultura acerca de “cómo te encuentras en tal relación” de “cómo te encuentras” y punto, o sobre “cómo te hace sentir eso”, para mí es un corrección fundamental en el uso de la técnica debido a mi incomprensión inicial.

Son los apuntes de esta última parte del libro los que reviso como mayor asiduidad, y con los que voy corrigiendo y reorientando mis sesiones.

En síntesis: muy recomendable.