El siguiente artículo pertenece a Ezequiel Uribarri, supervisor y coordinador del equipo de acompañantes terapéuticos de Agora. Este trabajo fue presentado en el último Congreso Internacional de Acompañamiento Terapéutico, que se realizo en octubre de 2015 en Córdoba Argentina.
Quiero agradecer la generosidad del autor de permitirme poner a disposición de los lectores este incisivo trabajo, que si bien, como me ha pedido el Lic. Uribarri, hay que aclarar que se trata un texto en elaboración, que aún así apunta maneras, ya que demarca coordenadas muy interesantes para trabajar la función del coordinador en un equipo de acompañamiento terapéutico.
Muchas gracias Ezequiel Uribarri
Los lugares posibles de la
coordinación y la “demanda de coordinación”
El presente trabajo surge como
intento de dar cuenta del modo de abordaje de la coordinación de AT en el
equipo Agora.
El entramado en el que se
desarrolla la coordinación es complejo, es un punto de intersección entre
distintos actores dentro de cada uno de los tratamientos. El trabajo propone un
recorrido por los diferentes lugares que en Ágora pudieron ser pensados para la
coordinación: lugar donde resuenan las distintas demandas; lugar de terceridad,
posibilitadora para pensar distintas líneas de abordaje según quienes
sean los sujetos que intervienen en los dispositivos; lugar que permite hacer circular
la palabra entre los acompañantes del dispositivo, etc.
Es en la coordinación donde
todos estos lugares posibles pueden emerger de manera simultánea planteando
así una de sus mayores dificultades. Es
en ésta tensión donde la coordinación se enfrenta con la dificultad y necesidad
de pensar la demanda de coordinación.
“El conocimiento de hechos
curiosos no solo hace menos desagradables las cosas más desagradables, sino que
hace más agradables las cosas agradables. Yo encuentro más sabrosos a los
melocotones y los albaricoques desde que supe que fueron cultivados
inicialmente en China, en la primera época de la dinastía Han; que los rehenes
chinos en poder del rey Kanishka los introdujeron en la India , donde se
extendieron a Persia, llegando al Imperio romano durante el siglo I de nuestra
era; que la palabra albaricoque se deriva de la misma fuente latina que
¨precoz¨ porque madura tempranamente, y que la partícula inicial al fue añadida
por equivocación, a causa de una falsa etimología. Todo esto hace que el fruto
tenga un sabor mucho más dulce. Bertrand
Russel “elogio de la ociosidad”
Un
poco de historia
La idea del presente
escrito es tratar de articular y dar
cuenta de la experiencia de la práctica de la coordinación en los dispositivos
de acompañamiento terapéutico tal como la llevamos adelante en el equipo Ágora.
Desde los inicios del
equipo, aun desde antes de tener este nombre, la coordinación fue uno de los
pilares en el que se sostuvo modo en que hacemos el acompañamiento terapéutico.
Dicho lugar/función
(por ahora lo nombrare de este modo) no se conceptualizo de la misma manera a
lo largo de nuestra práctica, fuimos cambiando el modo de pensar no solo la
coordinación sino también algunas reglas que hacían a la estructuración de los
acompañamientos.
Quiero remarcar que hay
tres cosas que no cambiaron en nuestra práctica, que se sostuvieron aunque
hayan adquirido nuevas “formas” una es la coordinación, la otra es el espacio y
el acompañamiento propiamente dicho. Siempre pensamos al Acompañamiento
terapéutico como la expresión conjunta de estos tres lugares. El acompañante en
el campo mismo, una coordinación externa y un espacio para poder juntarnos en
donde podamos pensar lo acontecido, los obstáculos, las perspectivas de cada
uno de los participantes. En nuestro modelo de llevar adelante la práctica nos
resulta imposible pensar que exista un acompañamiento terapéutico sin este
entramado.
Desde el inicio hasta
hoy la coordinación si bien se ha mantenido como requisito para llevar adelante
el AT, también es cierto que esta ha cambiado. Durante los primeros pasos el
coordinador era más bien alguien que conglomeraba a los at en un espacio común
donde pudiesen juntarse a charlar de cómo había sido la semana, qué había pasado, contrastar versiones entre
los modos de respuesta y con los hechos con los que se encontraba cada uno de los
acompañantes que participaban del caso.
Del mismo modo el
coordinador se ocupaba de organizar la dinámica al interior del Acompañamiento
como así también recibir ese primer pedido de AT y tratar de formalizarlo en un
dispositivo al modo de una admisión.
No mucho tiempo después
el coordinador empezó a encontrar más tarea a su cargo y fue preciso empezar a
pensar como delimitar su lugar en el acompañamiento. Sin quererlo por el propio
empuje del acompañamiento y con el avance de los teléfonos móviles empezó a
tener un lugar central en la comunicación del día a día con los acompañantes y
los familiares como así también con profesionales tratantes. El mayor desafío
fue no quedar en un mero informador para transformarse en un organizador. Por
su lugar privilegiado en la información (cambio de horario, nuevo plan de
medicación, cambio de lugar del AT, pedido informal de la familia etc.)
La coordinación en
nuestra práctica siempre fue pensada. Desde que nos constituimos como un equipo
de laburo, hubo una fuerte inercia a pensar nuestra práctica. Este pensar no se
reducía solo a lo que sucedía en la escena del acompañamiento terapéutico entre
el Acompañante y los demás “actores”.
Es decir desde el
inicio, hemos cambiado estrategias, modos de pensar, pero nunca cambio el hecho
que para que hagamos un AT tiene que haber la presencia del Acompañamiento, una
coordinación (que no es una coordinación administrativa, nunca lo fue).
El coordinador al
inicio de un at, es quien se encarga de hacer la admisión evaluar cuales son
las necesidades (propias) para llevar adelante el tratamiento. La elección de
los at según su criterio y la disponibilidad de los mismos. Una vez que el
dispositivo queda estructurado el coordinador salvo aluna urgencia se
desentiende de los horarios asumidos por cada AT.
Rastreando los primeros
pensamientos en relación a la coordinación aparece un primer modo de abordaje, por
aquel entonces éramos bastante jóvenes y nos encontrábamos con una dificultad
que era absolutamente propia (y no tanto) de tener que una primera regla que
pusimos en práctica. Durante los primeros acompañamientos casi sin saber porque
habíamos establecido que los coordinadores no podían conocer a los pacientes.
Durante un tiempo establecimos que los coordinadores pudiesen tener
comunicación con los pacientes solo telefónicamente.
De este modo se fue
configurando la coordinación como poder pensar en donde interviene, en donde
no. Como sostiene a los acompañantes en el acompañamiento como articula con los
pedidos excéntricos de la fría etc.
Fue así que se fue
configurando lo que llamaría “modo clásico de coordinación”
“Modo Clásico de coordinación”
Con
este lugar privilegiado en la coordinación nos vimos obligados a pensar cual
era el lugar para la coordinación, un lugar que no sea simplemente el de un
administrativo o un cartero que deja mensajes.
Así la coordinación
empezó a centralizar la información. Tratando de minimizar las grietas que se
generan por parte de los familiares o los profesionales tratantes.
Esa centralización tuvo
un primer destino se centralizaba para poder hacerla circular en el
dispositivo, empezó a suceder también es que entonces los profesionales o familiares
anunciaban cambios a los a durante el acompañamiento. En muchas de estas
oportunidades eso que decían chocaba con otras indicaciones y es así que
entonces los acompañantes empezaron a introducir a los coordinadores, esto
permite varias cuestiones, abrir una dimensión tempero espacial en la necesidad
de hacer un cambio que permita poder pensarlo, entre todos con una distancia en
la que podamos por ejemplo ver si esto es viable hoy además si se condice con
los lineamientos del acompañamiento terapéutico. Corriendo al AT de tener que
responder a algo que lo excede por completo y que además puede dejarlo en
posición desventajosa (por mas imaginaria que sea) con respecto a la madre de
un paciente cuando es él mismo quien tiene que ir todos los días al AT.
En este sentido se nos
abrió un campo nuevo en la coordinación. Pudimos empezar a pensar la necesidad
en muchos casos que la coordinación ingrese al dispositivo en el momento del acompañamiento
como una legalidad externa al dispositivo mismo, un punto de referencia que
permita desligar de lo más especular al at y su acompañado para ponerlo por
fuera. LA coordinación seria entonces algo así como una coordenada externa, una
legalidad que atraviesa tanto acompañado como AT. Pudiendo el acompañante ante
una situación poco conveniente (como manejar el auto).
Entonces ante la
urgencia de un at, este puede recurrir a la coordinación como un lugar “por
fuera” para sostener una intervención que es preciso llevar adelante sin quedar
discutiendo con su acompañado.
Es necesario entonces detenernos
para remarcar que en este momento la coordinación no solo ya no es la persona
del coordinador sino la función que él encarna, sino que además está en un
lugar externo a sí mismo, se encuentra entre el coordinador y el At o puede
inclusive estar simplemente internalizada por el AT y ser nombrada. Podríamos
pensar inclusive que la coordinación puede intervenir sin que el coordinador se
entere.
Con respecto a lo
acompañantes se nos fueron haciendo cada vez más claros los niveles de
“intervención” de la coordinación.
Con lo antedicho
nuestro modo clásico de coordinación podría pensarse en distintas direcciones
de intervención.
Con los AT:
- En la reunión, al modo de un coordinador de grupo: donde se trabaja con el material clínico pero también con la dinámica de cada uno de los at y del dispositivo en sí mismo.
- En el campo, como referencia tercera, propiciando una nueva dimensión temporo espacial. Y una legalidad que atraviesa a AT y Acompañado.
- Intervención en acto sobre el AT.
- Con los familiares sosteniendo las demandas procurando no romper el encuadre del tratamiento
- Con el profesional tratante re direccionando situaciones que sean importante para su abordaje en el tratamiento…
“viraje de la
coordinación”
Estas
direcciones de intervención de la coordinación constituyen un lugar de suma
importancia dentro de un tratamiento (importancia que muchas veces excede el
acompañamiento terapéutico)
Por
tal motivo me parece repreguntarnos por algunos lugares de nuestra función en
la coordinación.
En
este momento de la coordinación quiero retomar algunas cuestiones de la
coordinación.
Coordinacion
y…
Dirección del
tratamiento:
No son menos las oportunidades que el AT terapéutico cobra un papel de vital
importancia, ya no solo como anexo de tratamiento sino más bien como quien dirige
el tratamiento del paciente. Asumo lo riesgoso de tal afirmación pero también
quienes estamos hace tiempo llevando adelante la practica sabemos que ese lugar
nos es dado, se impone, lejos de pretenderlo es necesario que emerja, hacerse
cargo de lo que allí sucede. Reubicar las coordenadas buscar un punto de
“salida”
Demanda
de Coordinación: Si bien todos los
lugares posibles de la coordinación están entre relacionados
Coordinación. El lugar de la
coordinación es privilegiado por lo anteriormente mencionado, se encuentra en
el centro del acompañamiento, en lo más cercano en lo cotidiano, tiene la
información a su alcance, los dichos de los acompañantes sus versiones, está en
el centro del AT pero desde afuera. Podríamos pensar su lugar como una extimidad (en el sentido que Vacila entre
lo exterior y lo interior)
Demanda
del acompañante, demanda de coordinación
Algo que genera
“malestar” en las coordinaciones actuales es la brecha que se ha generado entre
quienes llevan adelante la función de la coordinación y quienes llevan adelante
la función del Acompañamiento. Es usual encontrarse con cierto malestar o desgaste
en la coordinación a raíz de los pedidos de los acompañantes que no entienden
que eso que ellos pretentenden no puede ser viable en las coordenadas de una
Acompañamiento, sin embargo es muy posible que algo de eso sea absolutamente
necesario para el acompañante para poder seguir sobrellevando su tarea en el
campo. El coordinador, se ve en la encrucijada de no responder el pedido del AT
con el riesgo que que el AT se vea superado por la situación y “mande todo a la
mierda”.
En muchas ocasiones el
coordinador suele “aceptar” el ´pedido no conforme pero en un intento también
de sostener al AT y al acompañamiento.
Ahí donde la angustia
del acompañante emerge y llama al coordinador no por una situación del
tratamiento específicamente sino por algo que la precisa. Vanos son los
intentos de hablar con el at el campo haciendo didáctica del por qué no es
conveniente que llamemos a la madre de un paciente para preguntarle si va a
regresar a horario para que él pueda llegar a hacer sus cosas cuando aún faltan
tres horas para la finalización del AT” nada de esto es escuchado de buen modo
porque lo que impera allí es una pura emergencia del AT no en su función sino
como persona.
El coordinador ante tal
pedido puede ofuscarse, no entender cómo se puede ser tan negligente o
inexperto, pero también asume que si el AT no se encuentro de buen modo con
algo de lo propio difícilmente pueda volver a su función. El coordinador se ve entrampado en correrse
de su función para apaciguar lo que allí emerge y en su respuesta se corre el
riesgo de resquebrajar el Acompañamiento ante cada emergencia de una urgencia
subjetiva del AT.
Es posible sin embargo que
el coordinador se sirva de una intervención que ordene, que aclare, que reubique
las coordenadas.
Ya no, no voy a llamar
a la madre porque no corresponde, porque es anticipar algo que no sabemos de qué
se trata., ni tampoco llamarla para luego que nos confirme que va a llegar a horario
comunicarnos con el AT y que se quede tranquilo (como si eso fuese posible
porque de cualquier modo la madre solo dijo que llegaría a horario, eso no
puede saberse hasta que se haga la hora).
El punto importante es
tomar el llamado del AT, y hacer de ese pedido una “demanda” poder trascribirlo,
uno podría en estos términos decirle “vos me estas pidiendo que llame a la
madre porque….” Y una vez ubicado que ese que desborda ya no es saber si la
madre va a llegar o no a horario sino más bien un pedido de coordinación poder
evaluar la factibilidad o no de realizarlo o la disposición de hacerlo del
coordinador según su propia lectura clínica del caso.
Lic. Ezequiel Urribarri
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