jueves, 24 de marzo de 2016

Los lugares posibles de la coordinación y la “demanda de coordinación”


El siguiente artículo pertenece a Ezequiel Uribarri, supervisor y coordinador del equipo de acompañantes terapéuticos de Agora. Este trabajo fue presentado en el último Congreso Internacional de Acompañamiento Terapéutico, que se realizo en octubre de 2015 en Córdoba Argentina.

Quiero agradecer la generosidad del autor de permitirme poner a disposición de los lectores este incisivo trabajo, que si bien, como me ha pedido el Lic. Uribarri, hay que aclarar que se trata un texto en elaboración, que aún así apunta maneras, ya que demarca coordenadas muy interesantes para trabajar la función del coordinador en un equipo de acompañamiento terapéutico.

Muchas gracias Ezequiel Uribarri

Los lugares posibles de la coordinación y la “demanda de coordinación”


El presente trabajo surge como intento de dar cuenta del modo de abordaje de la coordinación de AT en el equipo Agora.
El entramado en el que se desarrolla la coordinación es complejo, es un punto de intersección entre distintos actores dentro de cada uno de los tratamientos. El trabajo propone un recorrido por los diferentes lugares que en Ágora pudieron ser pensados para la coordinación: lugar donde resuenan las distintas demandas; lugar de terceridad, posibilitadora para  pensar  distintas líneas de abordaje según quienes sean los sujetos que intervienen en los dispositivos; lugar que permite hacer circular la palabra entre los acompañantes del dispositivo, etc.
Es en la coordinación donde todos estos lugares posibles pueden emerger de manera simultánea planteando así  una de sus mayores dificultades. Es en ésta tensión donde la coordinación se enfrenta con la dificultad y necesidad de pensar la demanda de coordinación.   

“El conocimiento de hechos curiosos no solo hace menos desagradables las cosas más desagradables, sino que hace más agradables las cosas agradables. Yo encuentro más sabrosos a los melocotones y los albaricoques desde que supe que fueron cultivados inicialmente en China, en la primera época de la dinastía Han; que los rehenes chinos en poder del rey Kanishka los introdujeron en la India , donde se extendieron a Persia, llegando al Imperio romano durante el siglo I de nuestra era; que la palabra albaricoque se deriva de la misma fuente latina que ¨precoz¨ porque madura tempranamente, y que la partícula inicial al fue añadida por equivocación, a causa de una falsa etimología. Todo esto hace que el fruto tenga un sabor mucho más dulce. Bertrand Russel “elogio de la ociosidad”



Un poco de historia
La idea del presente escrito es  tratar de articular y dar cuenta de la experiencia de la práctica de la coordinación en los dispositivos de acompañamiento terapéutico tal como la llevamos adelante en el equipo Ágora.

Desde los inicios del equipo, aun desde antes de tener este nombre, la coordinación fue uno de los pilares en el que se sostuvo modo en que hacemos el acompañamiento terapéutico.

Dicho lugar/función (por ahora lo nombrare de este modo) no se conceptualizo de la misma manera a lo largo de nuestra práctica, fuimos cambiando el modo de pensar no solo la coordinación sino también algunas reglas que hacían a la estructuración de los acompañamientos.

Quiero remarcar que hay tres cosas que no cambiaron en nuestra práctica, que se sostuvieron aunque hayan adquirido nuevas “formas” una es la coordinación, la otra es el espacio y el acompañamiento propiamente dicho. Siempre pensamos al Acompañamiento terapéutico como la expresión conjunta de estos tres lugares. El acompañante en el campo mismo, una coordinación externa y un espacio para poder juntarnos en donde podamos pensar lo acontecido, los obstáculos, las perspectivas de cada uno de los participantes. En nuestro modelo de llevar adelante la práctica nos resulta imposible pensar que exista un acompañamiento terapéutico sin este entramado.


Desde el inicio hasta hoy la coordinación si bien se ha mantenido como requisito para llevar adelante el AT, también es cierto que esta ha cambiado. Durante los primeros pasos el coordinador era más bien alguien que conglomeraba a los at en un espacio común donde pudiesen juntarse a charlar de cómo había sido la semana,  qué había pasado, contrastar versiones entre los modos de respuesta y con los hechos con los que se encontraba cada uno de los acompañantes que participaban del caso.

Del mismo modo el coordinador se ocupaba de organizar la dinámica al interior del Acompañamiento como así también recibir ese primer pedido de AT y tratar de formalizarlo en un dispositivo al modo de una admisión.

No mucho tiempo después el coordinador empezó a encontrar más tarea a su cargo y fue preciso empezar a pensar como delimitar su lugar en el acompañamiento. Sin quererlo por el propio empuje del acompañamiento y con el avance de los teléfonos móviles empezó a tener un lugar central en la comunicación del día a día con los acompañantes y los familiares como así también con profesionales tratantes. El mayor desafío fue no quedar en un mero informador para transformarse en un organizador. Por su lugar privilegiado en la información (cambio de horario, nuevo plan de medicación, cambio de lugar del AT, pedido informal de la familia etc.)

La coordinación en nuestra práctica siempre fue pensada. Desde que nos constituimos como un equipo de laburo, hubo una fuerte inercia a pensar nuestra práctica. Este pensar no se reducía solo a lo que sucedía en la escena del acompañamiento terapéutico entre el Acompañante y los demás “actores”.

Es decir desde el inicio, hemos cambiado estrategias, modos de pensar, pero nunca cambio el hecho que para que hagamos un AT tiene que haber la presencia del Acompañamiento, una coordinación (que no es una coordinación administrativa, nunca lo fue).

El coordinador al inicio de un at, es quien se encarga de hacer la admisión evaluar cuales son las necesidades (propias) para llevar adelante el tratamiento. La elección de los at según su criterio y la disponibilidad de los mismos. Una vez que el dispositivo queda estructurado el coordinador salvo aluna urgencia se desentiende de los horarios asumidos por cada AT.

Rastreando los primeros pensamientos en relación a la coordinación aparece un primer modo de abordaje, por aquel entonces éramos bastante jóvenes y nos encontrábamos con una dificultad que era absolutamente propia (y no tanto) de tener que una primera regla que pusimos en práctica. Durante los primeros acompañamientos casi sin saber porque habíamos establecido que los coordinadores no podían conocer a los pacientes. Durante un tiempo establecimos que los coordinadores pudiesen tener comunicación con los pacientes solo telefónicamente.

De este modo se fue configurando la coordinación como poder pensar en donde interviene, en donde no. Como sostiene a los acompañantes en el acompañamiento como articula con los pedidos excéntricos de la fría etc.
Fue así que se fue configurando lo que llamaría “modo clásico de coordinación”

 “Modo Clásico de coordinación”
 Con este lugar privilegiado en la coordinación nos vimos obligados a pensar cual era el lugar para la coordinación, un lugar que no sea simplemente el de un administrativo o un cartero que deja mensajes.

Así la coordinación empezó a centralizar la información. Tratando de minimizar las grietas que se generan por parte de los familiares o los profesionales tratantes.

Esa centralización tuvo un primer destino se centralizaba para poder hacerla circular en el dispositivo, empezó a suceder también es que entonces los profesionales o familiares anunciaban cambios a los a durante el acompañamiento. En muchas de estas oportunidades eso que decían chocaba con otras indicaciones y es así que entonces los acompañantes empezaron a introducir a los coordinadores, esto permite varias cuestiones, abrir una dimensión tempero espacial en la necesidad de hacer un cambio que permita poder pensarlo, entre todos con una distancia en la que podamos por ejemplo ver si esto es viable hoy además si se condice con los lineamientos del acompañamiento terapéutico. Corriendo al AT de tener que responder a algo que lo excede por completo y que además puede dejarlo en posición desventajosa (por mas imaginaria que sea) con respecto a la madre de un paciente cuando es él mismo quien tiene que ir todos los días al AT.

En este sentido se nos abrió un campo nuevo en la coordinación. Pudimos empezar a pensar la necesidad en muchos casos que la coordinación ingrese al dispositivo en el momento del acompañamiento como una legalidad externa al dispositivo mismo, un punto de referencia que permita desligar de lo más especular al at y su acompañado para ponerlo por fuera. LA coordinación seria entonces algo así como una coordenada externa, una legalidad que atraviesa tanto acompañado como AT. Pudiendo el acompañante ante una situación poco conveniente (como manejar el auto).

Entonces ante la urgencia de un at, este puede recurrir a la coordinación como un lugar “por fuera” para sostener una intervención que es preciso llevar adelante sin quedar discutiendo con su acompañado.

Es necesario entonces detenernos para remarcar que en este momento la coordinación no solo ya no es la persona del coordinador sino la función que él encarna, sino que además está en un lugar externo a sí mismo, se encuentra entre el coordinador y el At o puede inclusive estar simplemente internalizada por el AT y ser nombrada. Podríamos pensar inclusive que la coordinación puede intervenir sin que el coordinador se entere.

Con respecto a lo acompañantes se nos fueron haciendo cada vez más claros los niveles de “intervención” de la coordinación.

Con lo antedicho nuestro modo clásico de coordinación podría pensarse en distintas direcciones de intervención.

Con los AT:
  • En la reunión, al modo de un coordinador de grupo: donde se trabaja con el material clínico pero también con la dinámica de cada uno de los at y del dispositivo en sí mismo.
  • En el campo, como referencia tercera, propiciando una nueva dimensión temporo espacial. Y una legalidad que atraviesa a AT y Acompañado.
  • Intervención en acto sobre el AT.
  • Con los familiares sosteniendo las demandas procurando no romper el encuadre del tratamiento
  • Con el profesional tratante re direccionando situaciones que sean importante para su abordaje en el tratamiento


 “viraje de la coordinación”
 Estas direcciones de intervención de la coordinación constituyen un lugar de suma importancia dentro de un tratamiento (importancia que muchas veces excede el acompañamiento terapéutico)
Por tal motivo me parece repreguntarnos por algunos lugares de nuestra función en la coordinación.
En este momento de la coordinación quiero retomar algunas cuestiones de la coordinación.

Coordinacion y…

Dirección del tratamiento: No son menos las oportunidades que el AT terapéutico cobra un papel de vital importancia, ya no solo como anexo de tratamiento sino más bien como quien dirige el tratamiento del paciente. Asumo lo riesgoso de tal afirmación pero también quienes estamos hace tiempo llevando adelante la practica sabemos que ese lugar nos es dado, se impone, lejos de pretenderlo es necesario que emerja, hacerse cargo de lo que allí sucede. Reubicar las coordenadas buscar un punto de “salida”

Demanda de Coordinación: Si bien todos los lugares posibles de la coordinación están entre relacionados

Coordinación. El lugar de la coordinación es privilegiado por lo anteriormente mencionado, se encuentra en el centro del acompañamiento, en lo más cercano en lo cotidiano, tiene la información a su alcance, los dichos de los acompañantes sus versiones, está en el centro del AT pero desde afuera. Podríamos pensar su lugar como una extimidad (en el sentido que Vacila entre lo exterior y lo interior)

 Demanda del acompañante, demanda de coordinación
Algo que genera “malestar” en las coordinaciones actuales es la brecha que se ha generado entre quienes llevan adelante la función de la coordinación y quienes llevan adelante la función del Acompañamiento. Es usual encontrarse con cierto malestar o desgaste en la coordinación a raíz de los pedidos de los acompañantes que no entienden que eso que ellos pretentenden no puede ser viable en las coordenadas de una Acompañamiento, sin embargo es muy posible que algo de eso sea absolutamente necesario para el acompañante para poder seguir sobrellevando su tarea en el campo. El coordinador, se ve en la encrucijada de no responder el pedido del AT con el riesgo que que el AT se vea superado por la situación y “mande todo a la mierda”.

En muchas ocasiones el coordinador suele “aceptar” el ´pedido no conforme pero en un intento también de sostener al AT y al acompañamiento.

Ahí donde la angustia del acompañante emerge y llama al coordinador no por una situación del tratamiento específicamente sino por algo que la precisa. Vanos son los intentos de hablar con el at el campo haciendo didáctica del por qué no es conveniente que llamemos a la madre de un paciente para preguntarle si va a regresar a horario para que él pueda llegar a hacer sus cosas cuando aún faltan tres horas para la finalización del AT” nada de esto es escuchado de buen modo porque lo que impera allí es una pura emergencia del AT no en su función sino como persona.

El coordinador ante tal pedido puede ofuscarse, no entender cómo se puede ser tan negligente o inexperto, pero también asume que si el AT no se encuentro de buen modo con algo de lo propio difícilmente pueda volver a su función.  El coordinador se ve entrampado en correrse de su función para apaciguar lo que allí emerge y en su respuesta se corre el riesgo de resquebrajar el Acompañamiento ante cada emergencia de una urgencia subjetiva del AT.

Es posible sin embargo que el coordinador se sirva de una intervención que ordene, que aclare, que reubique las coordenadas.

Ya no, no voy a llamar a la madre porque no corresponde, porque es anticipar algo que no sabemos de qué se trata., ni tampoco llamarla para luego que nos confirme que va a llegar a horario comunicarnos con el AT y que se quede tranquilo (como si eso fuese posible porque de cualquier modo la madre solo dijo que llegaría a horario, eso no puede saberse hasta que se haga la hora).

El punto importante es tomar el llamado del AT, y hacer de ese pedido una “demanda” poder trascribirlo, uno podría en estos términos decirle “vos me estas pidiendo que llame a la madre porque….” Y una vez ubicado que ese que desborda ya no es saber si la madre va a llegar o no a horario sino más bien un pedido de coordinación poder evaluar la factibilidad o no de realizarlo o la disposición de hacerlo del coordinador según su propia lectura clínica del caso.


Lic. Ezequiel Urribarri

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