Carta a un amigo:
En la supervisión de equipos ya
no se escucha a los profesionales preguntarse en torno a la ética (ethos), se pregunta acerca de técnicas. En el origen la técnica estaba ligada al oficio,
a la pericia del operario, al “particular modo de hacer”, una técnica con
músculo, particular, unida a su ejecutor que prestaba su habilidad, pero
también un particular afecto “filotecnia” lo llama Laín Entralgo, el amor por
la práctica, una relación amistosa con su trabajo y un compromiso con los
resultados.
Esta no es la técnica que resuena
actualmente el discurso de los autoproclamados “profesionales”, la técnica de
la wikipedia, definida como “procedimiento o conjunto de reglas, normas o protocolos que tiene
como objetivo obtener un resultado determinado”. La ética clásica (ética
significa carácter) era una ética de la virtud, una ética del sujeto que
habitaba su centro. La etica teknocratica es una ética de los mecanismos en el
que el sujeto es un medio para obtener resultados. Este planteamiento a
permitido en las últimas décadas instalar conceptos como “Eficacia de los
tratamientos” concebida como técnicas estandarizadas que demuestran por medio
de la evidencia científica resultados contrastables.
Actualmente esta absolutamente demostrado
(estudios Horvath, Safran, y Corbella en España) que es la calidad de la
relación terapéutica que se establece con el paciente la que determina el grado
de eficacia de la técnica.
Para Aristóteles, la ética vive en
la acción, la acción humana es hogar de las virtudes y los defectos, de
nuestras relaciones sociales obtenemos modelos de la virtud, reales no ideales,
en la práctica, en el habito. La virtud
la vemos en la convivencia, la finalidad de la ética es la búsqueda del bien
conjunto, del bien político, de las acciones que llevan a los ciudadanos a la
felicidad y la dignidad. Pero es también un bien individual, ya que el justo
medio de la moderación que es la virtud, no es un punto medio técnico,
absoluto, sino lo que es un punto medio entre lo que puedo y lo que necesito,
siendo que habito entre otros en tanto sujeto político.
En el momento que la técnica se libra del
sujeto, hablar de una ética es una contradicción y un despropósito. Debemos
devolver la técnica a su cauce para poder hablar de una práctica ética de
nuestra profesión, y esto significaría desde un punto aristotélico una
moderación entre el afán de una objetividad tecnológica y la subjetividad
artística (arte en toda su polisemia: obra, hacer, real, técnica), el justo
medio para cada uno.
Para Kant la ética se presentaba como
premisas afirmativas de modo imperativo, dado que no es posible predecir la
conducta de una manera absoluta, tampoco es posible determinar si una conducta
es buena o mala, tampoco puede hacerse imperativos sobre los intereses
particulares (o de una escuela teórica,
o políticos, o de la ciencia oficial, por ejemplo), solo la intención
puede ser buena o mala, y esta solo cuando considero la humanidad como
finalidad de mis actos y no como medio para mis pretensiones, solo sería
ético aquellas acciones que serian buenas para todos, y a esto le llamó
imperativo categórico.
Una ética de la salud, una ética
aplicada a la salud mental no puede desprenderse en virtud de la técnica
(objetiva) de estas coordenadas, el trato humanizado, el abandono de la
presunción del saber científico, el espíritu de búsqueda, e incluir el arte
(tekne griego)) y la amistad (filotécnia) como saberes fundamentales que guíen
el trabajo terapéutico.
Los protocolos, programas, no
pueden suplantar al sujeto, y cabe preguntarse si responden a intereses del
sujeto al cual nos hayamos enlazados en una relación terapéutica o a los
intereses de la gestión a la cual debemos responder como ente controlador.
Internalizados los intereses (institucionales) de la gestión se vuelven
creencias irreflexivas que atentan contra las ideas creativas. Como
profesionales de la salud tenemos la obligación ética de adueñarnos de la
producción de nuestros actos (trabajo) y sus consecuencias, así como
posibilitar a nuestros pacientes adueñarse de los suyos.
Aristóteles es actual cuando nos propone encontrar el
camino de la virtud, ser virtuosos, políticos y éticos, en donde la felicidad
es un fin posible para todos, un imperativo categórico aceptable para nosotros
y un destino necesario para nuestros pacientes
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