viernes, 6 de febrero de 2015

Algunos apuntes sobre ética y salud mental


Carta a un amigo:

En la supervisión de equipos ya no se escucha a los profesionales preguntarse en torno a la ética (ethos), se pregunta acerca de técnicas. En  el origen la técnica estaba ligada al oficio, a la pericia del operario, al “particular modo de hacer”, una técnica con músculo, particular, unida a su ejecutor que prestaba su habilidad, pero también un particular afecto “filotecnia” lo llama Laín Entralgo, el amor por la práctica, una relación amistosa con su trabajo y un compromiso con los resultados.

Esta no es la técnica que resuena actualmente el discurso de los autoproclamados “profesionales”, la técnica de la wikipedia, definida como “procedimiento o conjunto de reglas, normas o protocolos que tiene como objetivo obtener un resultado determinado”. La ética clásica (ética significa carácter) era una ética de la virtud, una ética del sujeto que habitaba su centro. La etica teknocratica es una ética de los mecanismos en el que el sujeto es un medio para obtener resultados. Este planteamiento a permitido en las últimas décadas instalar conceptos como “Eficacia de los tratamientos” concebida como técnicas estandarizadas que demuestran por medio de la evidencia científica resultados contrastables.

Actualmente esta absolutamente demostrado (estudios Horvath, Safran, y Corbella en España) que es la calidad de la relación terapéutica que se establece con el paciente la que determina el grado de eficacia de la técnica.

Para Aristóteles, la ética vive en la acción, la acción humana es hogar de las virtudes y los defectos, de nuestras relaciones sociales obtenemos modelos de la virtud, reales no ideales, en la práctica,  en el habito. La virtud la vemos en la convivencia, la finalidad de la ética es la búsqueda del bien conjunto, del bien político, de las acciones que llevan a los ciudadanos a la felicidad y la dignidad. Pero es también un bien individual, ya que el justo medio de la moderación que es la virtud, no es un punto medio técnico, absoluto, sino lo que es un punto medio entre lo que puedo y lo que necesito, siendo que habito entre otros en tanto sujeto político.


En el momento que la técnica se libra del sujeto, hablar de una ética es una contradicción y un despropósito. Debemos devolver la técnica a su cauce para poder hablar de una práctica ética de nuestra profesión, y esto significaría desde un punto aristotélico una moderación entre el afán de una objetividad tecnológica y la subjetividad artística (arte en toda su polisemia: obra, hacer, real, técnica), el justo medio para cada uno.

Para Kant la ética se presentaba como premisas afirmativas de modo imperativo, dado que no es posible predecir la conducta de una manera absoluta, tampoco es posible determinar si una conducta es buena o mala, tampoco puede hacerse imperativos sobre los intereses particulares (o de una escuela teórica,  o políticos, o de la ciencia oficial, por ejemplo), solo la intención puede ser buena o mala, y esta solo cuando considero la humanidad como finalidad de mis actos y no como medio para mis pretensiones, solo sería ético aquellas acciones que serian buenas para todos, y a esto le llamó imperativo categórico.

Una ética de la salud, una ética aplicada a la salud mental no puede desprenderse en virtud de la técnica (objetiva) de estas coordenadas, el trato humanizado, el abandono de la presunción del saber científico, el espíritu de búsqueda, e incluir el arte (tekne griego)) y la amistad (filotécnia) como saberes fundamentales que guíen el trabajo terapéutico.

Los protocolos, programas, no pueden suplantar al sujeto, y cabe preguntarse si responden a intereses del sujeto al cual nos hayamos enlazados en una relación terapéutica o a los intereses de la gestión a la cual debemos responder como ente controlador. Internalizados los intereses (institucionales) de la gestión se vuelven creencias irreflexivas que atentan contra las ideas creativas. Como profesionales de la salud tenemos la obligación ética de adueñarnos de la producción de nuestros actos (trabajo) y sus consecuencias, así como posibilitar a nuestros pacientes adueñarse de los suyos.

Aristóteles es actual cuando nos propone encontrar el camino de la virtud, ser virtuosos, políticos y éticos, en donde la felicidad es un fin posible para todos, un imperativo categórico aceptable para nosotros y un destino necesario para nuestros pacientes

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