viernes, 9 de agosto de 2013

Apuntes VIII: Parte 3. Antonio Tarí: Notas sobre el trabajo grupal en los dispositivos de rehabilitación. Antonio Tarí

Parte 3

Hablando de la pertenencia

El sentimiento de estar trabajando hacia un objetivo común (Cohesión) es considerado como un equivalente del apego y el factor más importante para lograr efectos terapéuticos.

 La dificultad para la interacción grupal formaría parte de eso que se viene en llamar el núcleo duro de la psicosis. El paciente tiende a una vida retirada y de evitación de relaciones como modo predominante de combatir las angustias de fragmentación que les produce cualquier situación minimamente frustrante y dolorosa.

Llegar a ser capaz de interactuar con el grupo que convive en el dispositivo nos parece una meta importante y necesaria para plantearse un trabajo sobre la discapacidad orientado hacia la comunidad. Sabemos cuan importantes son los cambios en la relación que los pacientes tienen entre sí de cara a su recuperación, y como éstos influyen en la autoestima, la calidad de vida, la sintomatología, la esperanza, los intereses, motivación... R. Klein ha señalado con acierto que a diferencia de los grupos de neuróticos, en los grupos de psicóticos podría considerarse como objetivo fundamental lograr la integración grupal.


Si bien la inclusión en un grupo despierta a cualquier persona temores y expectativas y sentimientos contradictorios, tanto por lo que  tiene de ataque a la identidad previa como por ser una defensa contra la ansiedad, en el caso del paciente psicótico con una identidad tan frágil el aspecto persecutorio del grupo adquirirá una gran intensidad. Se tratará entonces de favorecer que el grupo/ los grupos  puedan  realizar  las funciones de un contenedor que acoge este “período de indecisión”, a veces  de mucha duración hasta constituirse como un espacio seguro.

Aparecen resistencias suscitadas por las intensas angustias que les despierta integrarse en un grupo nuevo tras muchos años de relación simbiótica con el grupo familiar.

También es importante cuando se trabaja con este tipo de pacientes donde al menos inicialmente la comunicación es escasa, que los profesionales se pregunten cada tanto  cuáles son las necesidades y las expectativas que el paciente trae, cuáles son sus agendas ocultas. Fácilmente el paciente se sobreadapta a las exigencias de los otros, del dispositivo, de los profesionales y se cree después de un tiempo sin plantearse estos interrogantes que el paciente desea auténticamente aquello que el profesional ofrece, favoreciendo con ello la instalación de la cronicidad, los procesos sin fin, la instalación en la pretarea.

Paso a describir algunas intervenciones destinadas a favorecer la integración grupal:

Factor imprescindible para la integración en el grupo es un entorno en que la expectativa de mejora y esperanza de curación estén presentes. Tizon plantea que la esperanza sería una función introyectiva  necesaria para el desarrollo del “sentimiento de confianza básico”.

Disminuir los miedos a la pertenencia, a través de actividades grupales que permiten experimentar relaciones en una situación de protección, donde la presencia de los otros es menos conflictiva y ansiógena. La actividad permite graduar y modular la relación con los otros: "El sujeto puede, de hecho, trabajar manteniendo la distancia, y sucesivamente reducirla aproximándose a relaciones comunicativas con otros miembros del grupo".

Los temores al rechazo, a ser menospreciado, criticado, humillado, exigido en demasía y expuesto de nuevo al fracaso (el Servicio Militar es la última, generalmente traumática, experiencia de socialización extrafamiliar), suelen ser actuados e intuidos más que comunicados. En la medida en que son expresados deben ser colectivizados a fin de favorecer la puesta en común y favorecer la pertenencia.

Una de las formas de vencer las iniciales resistencias a la participación es tomar en cuenta que el grado de motivación de los pacientes es influido por la situación concreta y real en la que se encuentran. Un organizador grupal fundamental es la relación necesidades-objetivos-tarea. De ahí la importancia de que las actividades grupales que se les ofrecen a los pacientes puedan ser percibidas incluso con inmediatez como útiles para ellos.  Así, por ejemplo, hay mayor probabilidad de que se integren en un grupo de aprendizaje de cocina,  aquellos que viven solos o van a vivir solos. Se trataría de escoger el encuadre en función de sus necesidades concretas y actuales, huyendo del diseño de grupos burocráticos de actividad  "normalizantes".

No deberíamos olvidar que como consecuencia de la práctica constante de estar juntos en el grupo, si éste reúne las características mencionadas, veremos surgir la afectividad en los pacientes y también de los profesionales hacia ellos, lo que les permitirá mitigar la soledad y el desamparo. Es decir satisface las necesidades de apego.


Es importante subrayar la importancia de la homogeneidad evolutiva en la constitución de grupos  para el desarrollo de una actividad rehabilitadora, y ello por dos razones, uno porque las características de los otros en los que se reflejen los pacientes no deben suponer una amenaza extra a un narcisismo ya muy vulnerable, dos porque es preciso que los integrantes sientan que puedan aportarse cosas mutuamente.

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