La cuestión acerca de ¿cómo trasmitir el acompañamiento terapéutico?, ¿cómo traspasar el grueso tejido de la ideología dejando una marca, pero sin hacer daño al equilibrio en el cual el pensamiento se adormece y se siente seguro?, es la pregunta que me surge mientras estamos trabajando con la gente de la asociación respecto a la relativa importancia del “aprendizaje vivencial” en la trasmisión del acompañamiento terapéutico.
Después de cinco años ininterrumpidos de difundir el acompañamiento entre profesionales de servicios públicos, universidades, clínicas, de valorar resultados, hacer seguimientos, realizar tutorías, grupos de supervisión-formación empiezo a cuestionar si el objetivo de mi tarea, es ¿que la gente conozca LO QUE ES el acompañamiento terapéutico según mi interpretación de la disciplina, o me basta con que, aunque no lo asocien conscientemente al acompañamiento, intuitivamente (inconscientemente) adopten elementos de esta técnica?.
Llegado a este punto, me doy cuenta que tengo que tomar posición con relación a las tres formas que ha tomado el acompañamiento terapéutico en los últimos años: el acompañamiento terapéutico como disciplina, como técnica y/o como intervención.
Irremediablemente en los últimos 25 años, hemos visto como profesionales serios y metódicos han escrito acerca del acompañamiento, e irremediablemente, para bien de los profesionales que se dedican exclusivamente a esta profesión, han allanado el camino para la constitución de una disciplina llamada Acompañamiento Terapéutico, dando paso a la consecuente lucha institucional por el reconocimiento legal y académico de la misma, y como daño colateral, a la batalla escolástica acerca de qué escuela teórica se queda con su definición oficial.
Estas luchas de poder, necesarias por otra parte en todo acto fundacional, desconoce el marco multifactorial, y por lo tanto escéptico de la Técnica de acompañamiento terapéutico versus la Disciplina Acompañamiento Terapéutico.
¿Esto que quiere decir?, que en gran media la Técnica del acompañamiento terapéutico, su metodología y su objeto, el vinculo, no se reduce a la lectura de un solo modelo teórico, sino que su práctica admite diferentes interpretaciones.
En cierta forma la técnica niega la cristalización del acompañamiento terapéutico en una sola disciplina (aunque no la sustituye), la técnica hace de la praxis concreta un “espacio” plural y asequible a profesionales de diferentes campos (psiquiatría, psicología, trabajo social, enfermería, etc.) y modelos teóricos (psicoanálisis, sistémicos, cognitivos conductuales, etc.). No es ninguna novedad decir que, lo instituyente del acompañamiento terapéutico se vería reducido y cercenado en cuanto a su potencialidad, por su versión instituida.
Pero esta no es la cuestión que traigo a colación con este planteo, que se limita a decidir hasta que punto elijo en los cursos que preparo, trasmitir la potencialidad instituyente, o el resumen de la definición instituida de acompañamiento según la escuela teórica que mas me gusta.
Pero antes de decidirme, me parece importante explicar a que me refiero con acompañamiento terapéutico como intervención. Esta última forma, no exclusiva de las anteriores refiere a un envío a los orígenes del acompañamiento, en tanto surge como una demanda de un tercero, que no es el paciente, ni el acompañante. El tercero, llámese psiquiatra, psicólogo, psicoanalista etc. es quien a modo de intervención invoca la figura del acompañante y en ese hacer, lo crea.
Todos sabemos que el acompañamiento terapéutico no es una terapia o un tratamiento en si mismo, y esto trae graves implicaciones, difíciles de sostener por quienes, de modo autónomo construyen un acompañamiento terapéutico con un paciente sin la existencia de un tercero o contra él (por ejemplo proponiéndose como alternativa a un discurso psiquiátrico). El acompañamiento terapéutico es siempre una intervención propuesta desde un discurso de saber/poder, y por lo tanto, debe vincularse con él, sea este psiquiátrico, psicoanalítico, psicológico o socio comunitario.
Dicho esto, y pidiendo disculpas al tiempo que agradeciendo por haber participado de este trabajo reflexivo, puedo decir que me quedo con el acompañamiento terapéutico como técnica.
Me justifico en primer lugar en que no tengo intenciones ni recursos para “crear escuela”, en segundo lugar el discurso de la salud mental en España es eminentemente psiquiátrico y conductual, lo cual determina en gran medida el campo de juego y su potencialidad. En tercer lugar, es mi deseo que el acompañamiento terapéutico llegue a una mayoría, en detrimento de las posibilidades de crear una minoría experta de elite.
Llegado a este punto, creo que el “aprendizaje vivencial”, que prioriza la espontaneidad, la asimilación a través de la experiencia, por sobre la precisión teórica conceptual es aquí, el camino correcto. Dicho esto, sé que para la planificación de un curso vivencial sostenido en dinámicas de grupo y técnicas de psicodrama, se requiere de una sólida base teórica conceptual, ya que la experiencia sin concepto es una experiencia vacía.
El curso experimental “Introducción a la Intervención Socio-comunitaria en salud mental. Enfoques alternativos: El Acompañamiento Terapéutico”, que comienza el 8 de marzo de 2011 en la Agencia Laín Entralgo (Comunidad de Madrid) pretende ser la concreción de esta pretensión.
Los invitamos a valorar en que grado hemos alcanzado esta ilusión.

3 comentarios:
Alejandro, le agradecería que me informe como tengo que hacer para iscribirme en el curso experimental “Introducción a la Intervención Socio-comunitaria en salud mental. Enfoques alternativos: El Acompañamiento Terapéutico”. Qué tenga un buen año!
Hola Daniel, en breve la Agencia lain Entralgo públicara el díptico con la información que me pides, lo publicaré en cuanto lo tenga.
Saludos
Alejandro, me gustaría pedirle que me lo envie a danielsanzvilla@hotmail.com. ¡Saludos cordiales!
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