Después de haber mantenido algunas conversaciones telefónicas y por correo, un día hace seis años me acerqué a la zona de Parque Centenario respondiendo una invitación para tomar un mate con una persona que me causaba mucha curiosidad.
El hecho de ser, desde un punto de vista “político”, representantes de asociaciones (argentinas y españolas) había una cierta incertidumbre de si llevaba bien la camisa o si traía los presentes adecuados. Rápidamente me di cuenta que dicha incertidumbre era lo inadecuado.
Del hombre solo conocía la facilidad con la que trasmitía conceptos que para mi eran extremadamente difícil explicar, esa capacidad de volver simple lo complejo, su sentido común (recuerdo que una vez yo estaba preocupado por trasmitir en un curso en Madrid la especificidad del acompañamiento terapéutico, y él me dijo "¿y por que no decís que es un acompañamiento normal pero en la casa de paciente?”) y por otro lado por su humildad, siempre me hacía sentir un poco empaquetado (por esta razón dejé de escribirle “estimado Federico Manson” cuando me dijo que parecía una carta para un funeral).
De aquella primera visita recuerdo las pipas, la luz tenue del salón, las flores del pasillo, la sencillez de mi anfitrión, su facilidad para hacerte sentir como en casa, y que me fui con tantos libros y revistas regalados que parecía que había asaltado una biblioteca.
Recuerdo que siempre empezaba los mails diciendo, "discúlpame que soy lento para responder" y por eso no me llamó la atención que su último mail tardara tanto.
Si bien nunca llegué a llamarlo amigo, si tengo el honor de llamarlo compañero y haber recibido de su parte ese trato, que siempre fue cercano y afectuoso.
Hoy le escribo este último mail, sin la necesidad de que responda, el 28 de noviembre de 2008, falleció Federico Manson, y nos deja la tarea de completar sus sueños y aquellos proyectos propios y conjuntos que confabulamos en el viejo sillón, entre el aroma de las pipas y los libros amarillentos.
Nunca es tarde para saludar a un grande y agradecer por aquello que en su breve estancia por el mundo nos ha dado.
Un saludo para siempre.
Alejandro Chevez
PD.: Y por cierto, aquello del “acompañamiento normal”, funcionó a la perfección.
LA MARIONETA
El siguiente es un poema que siempre viene acompañado del siguiente encabezamiento:
"Poema enviado por Gabriel García Márquez a sus amigos este pasado fin de semana, luego de informarse de que su grave enfermedad ha recrudecido.
El poema es el siguiente:”
Este poema atribuido a García Márquez no es más, que el extraño destino de los parloteos de una marioneta de trapo y a su lúcido ventrílocuo, que sin querer (o queriendo) se ha convertido en un éxito de Internet, criticada y alabada por igual por miles y miles de personas.
Es tan curiosa la historia, que al final uno piensa, ¿Cuál es la necesidad privatizar el pensamiento?, y ésta es una idea con la que Federico estaría de acuerdo.
Por lo tanto y con todos mis respetos:
"Poema enviado por Federico Manson a sus amigos este pasado fin de semana, luego de informarse de que su grave enfermedad ha recrudecido.
El poema es el siguiente:”
LA MARIONETA
Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen,
despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres.
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.
A Federico Manson, psicoanalista y acompañante terapéutico, fallecido el 28 de noviembre de 2008, con todo mi cariño y respeto.
Estas en cada cosa que escribimos.
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