lunes, 2 de junio de 2008

Un lectura breve de “Actos obsesivos y las prácticas religiosas”, S. Freud

Los Actos Obsesivos

Freud en “Actos obsesivos y las prácticas religiosas” (1907), plantea la siguiente tesis: “…los actos obsesivos entrañan en todos sus detalles, un sentido y son susceptibles de interpretación”
[1], abriendo el campo a la investigación de los ceremoniales que hasta el momento habían sido tenidos por insensatos y absurdos. En términos clínicos “…el ceremonial neurótico consiste en pequeños manejos, adiciones, restricciones y arreglos puestos en práctica, siempre de la misma forma o con modificaciones regulares, en la ejecución de determinados actos de la vida cotidiana”[2], se caracterizan por ser realizados en secreto y que deben ser realizados “al pie de la letra”, quien los ejecuta es incapaz a coste de padecer una angustia intolerable.

Según el CIE-10 F-42, “los actos o rituales compulsivos son formas de conducta estereotipadas que se repiten una y otra vez. No son por sí mismos placenteros, ni dan lugar a actividades útiles por sí mismas. Para el enfermo tienen la función de prevenir que tenga lugar algún hecho objetivamente improbable. Suele tratarse de rituales para conjurar el que uno mismo reciba daño de alguien o se lo pueda producir a otros. A menudo, aunque no siempre, este comportamiento es reconocido por el enfermo como carente de sentido o de eficacia, y hace reiterados intentos para resistirse a él”
[3], hasta aquí la definición psiquiátrica.

El sentido, construcción surgida de la interpretación, lleva a Freud a plantear que lo que se halla constituyendo el acto obsesivo es una prohibición de un impulso sexual reprimido, que clínicamente se manifiesta como tentación que debe ser censurada en toda expresión. Freud observa que el neurótico obsesivo se conduce como si estuviera bajo el influjo de un sentimiento inconsciente de culpabilidad
, cuyo origen corresponde a la sexualidad infantil y genera una “expectativa angustiosa”(p.1340) de ser castigado con desgracias a él mismo o personas significativas, las representación que acompañan este castigo se presentan de forma consiente para el sujeto.

En este sentido el ceremonial obsesivo se presenta como un acto de defensa o aseguramiento ante la irrupción de impulsos sexuales inconscientes, que son trasladados mediante el mecanismo de desplazamiento desde el interior al exterior, desde el elemento reprimido al elemento sustitutivo. Cuando el acto fracasa en mantener alejada de la consciencia el impulso reprimido, es decir defender al sujeto de la tentación, aparece la prohibición que se manifiesta en forma de inhibiciones de actos nimios en la mayoría de los casos, pero que puede llegar al encierro y aislamiento total o la imposibilidad de realizar actos básicos como comer o bañarse.

Por lo tanto, podemos concluir que todo acto obsesivo encierra un sentido, que encierra una amenaza oculta, cuyo fin es defender al sujeto de la aparición de impulsos sexuales reprimidos, que se manifiestan como tentaciones, dónde su ejecución conllevaría como castigo las más terribles desgracias, pero que a su vez evitan la angustia concomitante a cualquier suspensión de la ejecución del ceremonial. Un hecho que avala la hipótesis de que el sentido del ceremonial encierra un contenido sexual, es que por lo general las personas amenazadas por la transgresión de la prohibición, sean personas ligadas afectivamente al sujeto: la madre, el padre, hijos, novias reales o fantaseadas.


[1] Freud, Ed. Biblioteca Nueva, p. 1340.[2] Freud, Op. Cit., p. 1337.[3] CIE-10 F-42.g Según Strachey, primera vez que Freud plantea este concepto, constitutivo del desarrollo del aparato psíquico.

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